Durante el período comprendido entre el 750 y 550 tuvieron lugar y tiempo los distintos factores que a juicio de hoy caracterizaron el arcaísmo pleno. Vuelve el ciclo de necesidad que anteriormente había recorrido tierras e inspirado acciones similares en la época de la expansión micénica. Necesidad de desplegar el potencial productivo de las comunidades que reflejaban su estatus en el trabajo y en la posesión de tierras, o la iniciativa de ir a la mar en busca de nuevos horizontes, siguiendo la estela de los héroes homéricos. La colonización griega es la plasmación fáctica del mito que dio luz a aquellos pueblos en una etapa de luces y sombras en su transición hacia la madurez clásica. Veamos cómo el orden social empezó a cambiar en un tiempo relativamente escaso, aceleración histórica que responde a razones económicas. En este punto, la grecia del siglo VIII a. C., identificamos el nacimiento de la primera burguesía de la historia, manufacturera y comerciante. Entonces la calidad de vida aumenta en toda la Hélade y se produce - una vez más - la eclosión demográfica cuyas muestras principales son los excedentes agrícolas y el florecimiento de talleres de cerámica y otros productos artesanos. Era una actividad concentrada en los hábitats urbanos, la cual permitió al hombre libre vivir sin estar sujeto al trabajo como jornaleros en las tierras de los grandes señores. De este modo empezaron a acumular riqueza, y surge una nueva fuerza social que se tradujo en una cierta emancipación ideológica. El orden sociocultural hasta entonces regido por la eximia presencia y el absolutismo de los Aristoi había encontrado un foco de inspiración divergente respecto al patrón de origen. Se abre el camino - a partir de ésta transformación socioeconómica y del modo de producción - hacia el cambio político, en un primer paso. La capacidad productiva de individuos y de comunidades aumentó y se hizo necesaria la aparición de la moneda como objeto de valor correspondiente con los activos en circulación, cuyas utilizaciones más inmediatas fueron la fiscalidad y el desarrollo de las obligaciones e instituciones ciudadanas (liturgias, gastos públicos, tasas...), la financiación de mercenarios, intercambios privados dentro del ágora ciudadana, y la moneda, en fin, como signo y emblema cívico de la vida en la “polis” griega.
Las costas del mediterráneo esperaban fértiles y estratégicamente situadas en el mapa civilizador que siglos antes habían perfilado los micénicos, siendo así que la colonización griega supone un nuevo ciclo expansivo de una misma potencia subyacente al curso de los siglos en el clima, la geografía y el espíritu que impregnaba el Egeo de Ulises y Aquiles. Un propósito comercial unido a la tradición legada por Homero, aunque cabe indicar un esquema preciso que exponga las causas de la colonización efectuada a lo largo y ancho del mediterráneo. El factor agrícola y demográfico, quizá el más relevante, enfatiza la necesidad de hallar y conquistar nuevas tierras ante un aumento demográfico que hacía insuficientes a los lotes de tierra que por tradición heredaban las familias para su explotación, además del acaparamiento de tierras por parte de los poderosos. Había que buscar tierras lejos de la ciudad de origen, formar “apoikias” (comunidad autónoma agraria, independiente de la metrópoli y con su respectiva ceremonia de fundación) en terrenos adecuados atendiendo a su extensión y calidad. Los comerciantes, por otro lado, necesitaban establecer centros y vías de comercio para la adquisición de materias primas, fundamentalmente metales y cereal, y abrir nuevos mercados para introducir los excedentes de vino, aceite, cerámicas y otros objetos de lujo. Paulatinamente, con la progresiva ocupación de tierras nacieron nuevas ciudades-estado griegas inmiscuidas en la idiosincrasia derivada de un culto centralizador y una posición diferenciada respecto a la polis de origen, pero cohesionada en la koiné que en todo tiempo y lugar los hacía partícipes de una cultura global. Varias fueron las consecuencias de la colonización griega: económicas (incremento y desarrollo del comercio con la adquisición de una mayor abundancia de materias primas y multiplicación de mercados exteriores. Los griegos exportaban productos manufacturados). Toda esta actividad supuso la mejora en la construcción naval, la pérdida total de la autarquía para aquellas ciudades que aún mantenían un régimen económico atrasado y la apertura de nuevas rutas comerciales que todos aprovecharon. No obstante, al parecer no hubo una política comercial concertada y organizada entre todas las ciudades. Surge el comerciante libre, expresión de individualismo en su inicativa y capacidad productiva. Libre y dispuesto a conquistar cimas de poder en una sociedad cada vez más abierta. La expansión de los méritos individuales tendrá consecuencias en todo el orden social. Esta burguesía será la promotora de las clases más desfavorecidas, las cuales representaban el origen de una carrera que hacía responsable a la nueva clase comercial del devenir abierto ante el conjunto de ciudadanos. En cuanto a las consecuencias de orden social, las ciudades nuevas podían avanzar desligadas en cierto modo de la tradición y de la ciudad de origen, apareciendo nuevas instituciones y nuevos cultos consecuentes de fenómenos de sincretismo cuyo origen se halla en la convivencia establecida con los indígenas habitantes de las tierras ocupadas. El espíritu de la koiné no permitía la plena emancipación cultural, pero sin duda el contacto con tribus ajenas al mundo griego contribuyó a configurar un ecumenismo desde el que patentaron la supremacía de su tradición. La cultura griega estableció su hegemonía en todo el mediterráneo sin demasiadas dificultades teniendo en cuenta su superioridad manifiesta en la riqueza de sus ornamentos y la homogeneidad del paisaje y el clima en un ámbito territorial que da lugar a unos mismos dioses con distintos nombres. Pero - al trasluz de este fenómeno expansivo - en la “polis” crecía la tensión social entre las dos posiciones más alejadas; la aristocracia comenzaba a afrontar el descontento de las clases más desfavorecidas que veían su posición colindante con la esclavitud, inevitable consecuencia del abuso de poder por parte de los grandes terratenientes. Las transformaciones en agricultura, además, provocaron la llegada desde las colonias de un cereal de mayor calidad y más barato. Igualmente los jornaleros (Thetes) se veían afectados por los abusos de una aristocracia que concentraba en sí misma los cargos públicos, civiles y religiosos, ejercían e interpretaban la justicia a su antojo y ocupaban los principales puestos en el ejército. Las crisis son el signo de grandes cambios que se avecinan. Siempre ha sido así. Pero no siempre las élites salen reforzadas. Las mejoras técnicas posibilitaron el auge de los artesanos y comerciantes que basaban su riqueza en el trabajo y la producción, y no en la tradición gentilicia y en la veneración de ascendientes divinizados. Ya desde la antigüedad, el desarrollo tecnológico va a la par con la cada vez mayor influencia y posterior hegemonía de una clase media en origen que puede alcanzar progresivamente cotas de poder inimaginables para cualquier heredero de sangre azul. Fueron estas clases medias adineradas las que ofrecieron su renovado papel en favor de los más débiles, sabiendo que su mayor poder adquisitivo se tradujo en la reclamación del derecho a participar en la política y las instituciones cívicas de la “polis”. El auge de las clases medias amenaza el monopolio que disfrutan las élites. Aquella expansión demográfica, junto con un tejido de relaciones públicas y diplomáticas tendente a una mayor complejidad, inclusive los posibles enfrentamientos entre distintas ciudades, indujo una nueva forma de combatir y una nueva milicia de masas. El ejército hoplita (formado principalmente por campesinos independientes que podían costearse el equipo militar) combatía con armamento pesado (armadura, escudo, espada corta y lanza) y utilizaba una nueva técnica de combate en formación para una mayor eficiencia en la defensa. Anteriormente, la aristocracia guerrera asumía estas funciones, pero siguiendo un modelo de caballería muy distinto al modo de proceder de los hoplitas, usando el carro y el caballo. La institución del ejército hoplita supuso para las clases medias-bajas una toma de conciencia de que ya no necesitaban a los aristócratas del modo en que hasta entonces los habían necesitado para sentirse protegidos y defendidos ante la amenaza de algún ejército externo a su circunscripción. Disminuía, por tanto, la concentración del poder en el orden ciudadano y la sociedad abría sus instituciones a un mayor número de componentes. El orden jurisdiccional empezó a dilatarse ante la necesidad de construir un gobierno atento a una mayor amplitud y profundidad en el desarrollo de las necesidades. Pronto se hizo necesaria una legislación escrita y convenida entre todas las partes implicadas en la vida ciudadana. Sin embargo estos avances no pudieron aplacar el descontento en la “polis” y es entonces cuando aparece la figura del Tirano. Solía ser un miembro de la aristocracia, hostil a la misma, que alcanza el poder político mediante el uso de la fuerza militar (podía ser, de facto, un líder militar que usurpaba el poder). En ocasiones pudo ser un magistrado que transforma su poder legítimo en tiranía. El Tirano era un demagogo que se autoadjudicaba la defensa y el liderazgo del pueblo contra la opresión ejercida por los aristócratas. Respetaba la constitución y colocaba en las magistraturas a representantes leales a su persona, siguiendo además una política económica enfocada a atender las necesidades del campesinado. Confiscaban tierras de la nobleza para repartirlas entre los más necesitados e impulsaron la vida laboral mediante obras públicas, lo cual fue una forma muy efectiva de proporcionar trabajo y de remodelar las ciudades con magníficas obras de ingeniería. La artesanía y el comercio fueron baluartes en la política expansiva de los tiranos además del saneamiento de la hacienda y la cancelación de deudas. En política exterior practicaron una diplomacia que favorecía su prestigio en el exterior, la cooperación en las actividades mercantiles y todo aquello que reforzara un poder efímero. Así pues, las tiranías fueron un fenómeno limitado en el tiempo, la transición necesaria en tiempos de crisis social y la fuerza que mostraba oposición frente a la oligarquía aristocrática. Una vez restaurado el orden, el pueblo exigía la vuelta a un gobierno regular donde el poder no fuera ejercido por un solo hombre.
lunes, 22 de junio de 2009
sábado, 13 de junio de 2009
Los Aristoi. Tesis preliminar sobre el problema de las distancias en la jerarquía del poder
La cultura griega que empieza a gestarse a partir del 1.100 a.d. C. es un consecuente de un fuerte flujo de movimientos migratorios (la migración doria es la expresión genérica dada a esta fase) que se suceden durante cientos de años después de que los grandes imperios del mediterráneo oriental sufrieran una descomposición tradicionalmente explicada mediante los efectos de la llamada "invasión de los pueblos del mar". Fue algo similar a una decadencia apocalíptica. Los vestigios que nos han llegado revelan signos de pillaje, incendios y migraciones en masa que traslucen la enorme dimensión de aquellos conflictos, similares a una guerra y desarticulación global en las zonas que hasta entonces habían representado el mayor auge de la civilización en tiempos pre-helénicos. El fin de la cultura y de la talasocracia micénica dejó un vacío de poder que será aprovechado por nuevas poblaciones de origen indoeuropeo que se instalan en tierra griega, ocupada por un heterogéneo substrato cultural y lingüístico en el cual de algún modo había permanecido el conocimiento de un pasado de esplendor y riqueza. Los nuevos pobladores se integran en aquel mundo superviviente y surgen nuevas formas dialectales desde una base poblacional que define las tribus griegas tradicionalmente consideradas: jonios, eolios y dorios. La superpoblación motivó las migraciones que configuraron la distribución en torno al egeo de estas tribus principales. Los jonios emigraron hacia la costa de asia menor, ocuparon gran parte de las Cícladas, Eubea y el Ática. Los eolios hacia el norte de la costa de Anatolia. Los dorios se instalaron en Laconia, Mesenia, Creta, Rodas y las Cícladas del sur. La tradición oral homérica rescató para la grecia arcaica el recuerdo y los valores de aquella civilización desaparecida e idealizada en un folclore canalizado por los cantores (rapsodas) de poesía épica. Homero remite, pues, a una extensa tradición oral que en torno al siglo VIII a. C. fue sintetizada en obras inmortales como La Odisea y La Illiada. La cuestión de la validez historiográfica de estas obras continúa abierta al debate entre quienes defienden su utilidad para la comprensión y conocimiento del mundo micénico y aquellos que mantienen su escepticismo ante la épica que idealizó un pasado ya irrecuperable y del cual poco o nada podemos conocer a ciencia cierta. No obstante, se han hallado correspondencias entre los topónimos de ciudades antiguas utilizados por Homero, nombres de héroes y divinidades con las escrituras en Lineal B. La clave puede estar en un momento cultural - el de aquellas edades - que escapa a los cauces de comprensión de los que ahora disponemos. Probablemente la poesía homérica expresaba un deseo de cara al porvenir, y no un testimonio nostálgico de la época dorada. La creación persigue ante todo la realización de las potencias latentes, no simplemente la recreación de un estado ideal como referente desde el que empezar de nuevo. Aquiles y Ulises son la fuerza arquetípica que inspiró la iniciativa de los espíritus que forjarán el esplendor del imperio griego en la época clásica y - resolutivamente - la gran empresa global de Alejandro el Grande. En definitiva, la poesía homérica refleja la encrucijada del humán ante el espejo que muestra el futuro y frente a la incertidumbre que provoca el esplendor de un destello que se apaga en un pasado inalcanzable.
Con la debacle de la civilización micénica concluyó el orden monárquico que durante siglos había concentrado todos los poderes en la persona del “Wanax” y en las estancias de su palacio. La Grecia que resurge tras la llegada de nuevos pueblos fundamenta el poder en una clase social cuyo privilegio procede de una ascendencia divina, o emparentada con héroes o linajes legendarios de tal forma que utilizaban el mito como catalizador de la admiración y el temor que las clases inferiores sentían ante un orden establecido en base a la areté, virtud y excelencia de los mejores. Son los "Aristoi", el estamento social formado por una nobleza poseedora de grandes riquezas en ganado y tierras, agrupados en "Genos" (familias) al mando de los cuales estaba el "Basileis" ( el cual se atribuyó parte de las funciones de los reyes micénicos en un intento de perpetuar el orden anterior), los jefes de la familia y de la comunidad, poseedores de la casa o hacienda - la cual incluía toda riqueza, esclavos y ganado - y de grandes extensiones de terreno para su explotación. Cultivadores de la virtud en la caza, la nobleza de espíritu, la belleza y el cuidado físico, el honor y el valor en la guerra, estos "Aristoi" prolongaban los valores del antiguo monarca en la historia de Grecia y sigue siendo el mismo espíritu de las élites el que fundamentaba moral y estéticamente a aquellas sociedades arcaicas. Desde la perspectiva de nuestro mundo actual, en el que el voto es consecuencia de un montaje mediático orientado desde la financiación interesada de ciertos grupos de presión, no resulta fácil aprehender la sumisión del pueblo ante los aristócratas, ya que ésta venía impuesta por una autoridad fundamentada en el valor demostrado y ejercido en cada batalla, el sacrificio de arriesgar la vida por los demás, y en la firme convicción de un gusto exquisito por la vida austera y ornamentada con armas nobles y bella pintura en cerámica. Los campesinos libres eran la segunda categoría social, propietarios de pequeñas posesiones de ganado y tierras de cultivo (Kleros), de algún esclavo o podían alquilar los servicios de jornaleros para que le ayudaran en sus labores. Los "Thetes", última categoría social de hombres libres, desprotegidos y obligados a depender de su trabajo para poder subsistir, la mayoría contratados para cultivar la tierra por un sueldo paupérrimo. Los esclavos solían ser prisioneros de guerra o víctimas de pillaje y piratería. Aunque tenemos poca información sobre este estamento, sabemos que estaban integrados en el "Oikos" (la casa, o conjunto de bienes y personas) y recibía protección, al tiempo que el jefe del "Oikos" tenía sobre él derecho de vida o muerte. Al margen de esta estructura jerarquizada estan los demiurgos, término en el que englobamos un conjunto de profesiones llevadas a cabo por trabajadores libres pero no integrados en la comunidad. Su modo de vida era itinerante, prestando servicios a los Aristoi. Podían ser artesanos, sacerdotes y adivinos, heraldos o rapsodas.
La economía giraba en torno al "Oikos", centro de bienes y personas - libres o esclavas - organizados por un jefe que gestionaba un patrimonio de riquezas muebles e inmuebles inseparables de un grupo humano cohesionado en razón de parentesco, pleitesía o servicio. La autarquía era el ideal de esta comunidad, la cual basaba su prosperidad en la eficiente administración de los propios recursos, principalmente los aportados por la agricultura y la ganadería. El "Basileis", como ya hemos apuntado, concentró en su persona las funciones del "Wanax" micénico, elegido no por vínculo hereditario, sino mediante un proceso electivo en función de las riquezas poseídas y del poder militar. La Gerusía (consejo de nobles formado por los Aristoi de mayor confianza) y la asamblea del "Demos" eran dos órganos de consulta en el poder ejecutivo. El poder judicial suponía entregar los asuntos de justicia al criterio personal del Basileis en un tiempo en el que todavía no existía una legislación escrita. Finalmente, el "Basileis" era mediador entre los hombres y los dioses, encargado de hacer los honores al Dios correpondiente en nombre de la comunidad. Resulta evidente que el mismo espíritu elitista y el monopolio de todos los ámbitos de la existencia seguía concentrado en el poder de unos pocos hombres que, eso sí, afirmaban su autoridad en acciones que ejemplificaban y validaban los valores de su época. La contraparte a ésta apreciación la hallamos en la poesía y la reflexión de Hesiodo, testimonio antagónico a Homero que fustiga a las élites ( las tildaba de “devoradores de regalos”) y reivindica la vida campesina como un trabajo que fortalece al ser humano y lo dignifica. Sus teogonías siguen el esquema inspirado en su sentido moral de justicia y verdad. Hesiodo, en definitiva, nos permite atender a las flaquezas de la élite que - con toda la nobleza y el valor ejercidos en su función militar - abusa de su posición y dictamina sobre la base de un criterio huérfano de la aprenhensión de la vida campesina, los problemas de la gente humilde, y la consecuente incomprensión respecto a la complejidad del tejido social que ellos dominaban desde su posición en la cúspide. Las élites, en aquellos tiempos, hacían de su virtud un ejemplo desde un ámbito de estabilidad y riqueza material que les venía dada por la tradición de sus ancestros, lo cual inducía el consciente y proclamado desprecio ante las clases inferiores que ni siquiera habían tenido la oportunidad de desarrollar el cultivo de la "areté". La magnitud del desprecio puede estar determinada por la distancia entre las distintas posiciones en la jerarquía partiendo de quienes están en la cúspide, pues éste sentimiento de superioridad es consustancial al ser humano. La religión impregnaba el sello personal de todos los individuos de una comunidad, independientemente de su estatus social, al igual que la cosmovisión panteísta vinculada a la bienaventuranza que procedía de la tierra. Quedó establecida, pues, una fraternidad de individuos en relación a un ámbito de la vida social muy concreto. Es decir, la tradición que recorría todo el espectro de la estructura social y articulaba la relación entre la plebe y la aristocracia mediante la legitimidad de sus creencias compartidas, disminuyendo el desprecio potencial que las élites - debido a un rasgo común en la psicología de la especie humana, y que será explicado en profundidad en otra parte de este libro - pueden llegar a desplegar utilizando instrumentos y formas de una crueldad aterradora. En el mundo de hoy, la laicidad ha roto los vínculos con la espiritualidad fundamentada en la tierra y con el sentimiento de formar parte de una comunidad específica vertebrada en torno a determinados arquetipos también de orden espiritual. La pulsión posmoderna ha desacreditado en gran medida a la tradición y a los absolutos que definían un marco de presupuestos comunes, con lo cual todo el orden ascensional de la sociedad viene determinado principalmente por el poder adquisitivo del individuo y por las relaciones condicionales (es decir, relaciones humanas superfluas). La distancia entre la cúspide y la gran masa de ciudadanos se ha hecho insalvable en la articulación del tejido de la sociedad, tanto en el sentido vertical como en el horizontal. La transformación de la sociedad estática tradicional en un sistema dinámico basado en el individualismo nos permitió ganar la libertad entre competidores - incentivando el éxito social y empresarial de los individuos más dotados - al tiempo que desaparecía esa conexión indispensable para detener la marcha destructora del egoísmo. Y ahora tenemos un conglomerado de "egos" que se aíslan para reafirmar su valor en la frenética ansiedad por poseer los bienes y manipular las voluntades de aquellos que no han accedido a tamaña esfera de influencia, lo cual incentiva la corrupción y el fraude que - paradójicamente - permite el triunfo y la relevancia social de los mediocres...
Volviendo a la era arcaica, la introducción de la metalurgia del hierro en la Hélade propició un mayor desarrollo del comercio y las actividades industriales así como de la agricultura, lo cual impulsó una mayor extensión y desarrollo de las relaciones humanas. Y entonces comenzó la ideación en torno a una sociedad fortalecida en un marco espacial y jurídico que optimice todo ese conglomerado de manifestaciones de la producción material y del intercambio de información, dando como resultado el surgimiento de la “polis” griega. Mediante los procesos de sinecismo ( unión de distintos “Oikos” en una administración común con unas instituciones propias y bajo la advocación de un culto o héroe determinado) tradiciones y tribus diversas pudieron convivir en una estructura política que las integraba conservando sus esencias a la vez que trascendía el estado anterior de la vida en sociedad. Partiendo de una distinción formal entre campo y ciudad pudieron emerger los mecanismos ideológicos e institucionales que articulasen una unidad política destinada a representar las distintas potencias del mundo griego, siendo la ciudad-estado un recinto de defensa frente a los peligros del exterior que permitía perpetuar a las sociedades paganas sin renunciar a la evolución de la estructura comercial. Por ende, se comenta la importancia de los contactos mercantiles con la sociedad de los fenicios como un factor clave en el nacimiento de la “polis”. Otra explicación, de índole histórico-geográfica, nos advierte de la localización de algunas de las primeras “polis” griegas en los asentamientos donde anteriormente se habían levantado las ciudades del mundo micénico, con lo cual cabe señalar una posible pervivencia de ciertos hábitats. La pérdida de la autarquía (por la aparición de nuevas necesidades) y la consecuente necesidad de aunar esfuerzos en agricultura y en los medios que proporcionaba el suelo y, en fin, la búsqueda de una defensa común más eficaz. Pronto, los ciudadanos que formaban el Demos se convirtieron en ciudadanos de pleno derecho, el “Basileis” perdió atribuciones cívicas y su papel fue reducido a funciones de tipo religioso mientras que la clase aristocrática distribuyó funciones entre sus miembros, dando origen a las magistraturas, el consejo de ancianos y la asamblea popular.
Con la debacle de la civilización micénica concluyó el orden monárquico que durante siglos había concentrado todos los poderes en la persona del “Wanax” y en las estancias de su palacio. La Grecia que resurge tras la llegada de nuevos pueblos fundamenta el poder en una clase social cuyo privilegio procede de una ascendencia divina, o emparentada con héroes o linajes legendarios de tal forma que utilizaban el mito como catalizador de la admiración y el temor que las clases inferiores sentían ante un orden establecido en base a la areté, virtud y excelencia de los mejores. Son los "Aristoi", el estamento social formado por una nobleza poseedora de grandes riquezas en ganado y tierras, agrupados en "Genos" (familias) al mando de los cuales estaba el "Basileis" ( el cual se atribuyó parte de las funciones de los reyes micénicos en un intento de perpetuar el orden anterior), los jefes de la familia y de la comunidad, poseedores de la casa o hacienda - la cual incluía toda riqueza, esclavos y ganado - y de grandes extensiones de terreno para su explotación. Cultivadores de la virtud en la caza, la nobleza de espíritu, la belleza y el cuidado físico, el honor y el valor en la guerra, estos "Aristoi" prolongaban los valores del antiguo monarca en la historia de Grecia y sigue siendo el mismo espíritu de las élites el que fundamentaba moral y estéticamente a aquellas sociedades arcaicas. Desde la perspectiva de nuestro mundo actual, en el que el voto es consecuencia de un montaje mediático orientado desde la financiación interesada de ciertos grupos de presión, no resulta fácil aprehender la sumisión del pueblo ante los aristócratas, ya que ésta venía impuesta por una autoridad fundamentada en el valor demostrado y ejercido en cada batalla, el sacrificio de arriesgar la vida por los demás, y en la firme convicción de un gusto exquisito por la vida austera y ornamentada con armas nobles y bella pintura en cerámica. Los campesinos libres eran la segunda categoría social, propietarios de pequeñas posesiones de ganado y tierras de cultivo (Kleros), de algún esclavo o podían alquilar los servicios de jornaleros para que le ayudaran en sus labores. Los "Thetes", última categoría social de hombres libres, desprotegidos y obligados a depender de su trabajo para poder subsistir, la mayoría contratados para cultivar la tierra por un sueldo paupérrimo. Los esclavos solían ser prisioneros de guerra o víctimas de pillaje y piratería. Aunque tenemos poca información sobre este estamento, sabemos que estaban integrados en el "Oikos" (la casa, o conjunto de bienes y personas) y recibía protección, al tiempo que el jefe del "Oikos" tenía sobre él derecho de vida o muerte. Al margen de esta estructura jerarquizada estan los demiurgos, término en el que englobamos un conjunto de profesiones llevadas a cabo por trabajadores libres pero no integrados en la comunidad. Su modo de vida era itinerante, prestando servicios a los Aristoi. Podían ser artesanos, sacerdotes y adivinos, heraldos o rapsodas.
La economía giraba en torno al "Oikos", centro de bienes y personas - libres o esclavas - organizados por un jefe que gestionaba un patrimonio de riquezas muebles e inmuebles inseparables de un grupo humano cohesionado en razón de parentesco, pleitesía o servicio. La autarquía era el ideal de esta comunidad, la cual basaba su prosperidad en la eficiente administración de los propios recursos, principalmente los aportados por la agricultura y la ganadería. El "Basileis", como ya hemos apuntado, concentró en su persona las funciones del "Wanax" micénico, elegido no por vínculo hereditario, sino mediante un proceso electivo en función de las riquezas poseídas y del poder militar. La Gerusía (consejo de nobles formado por los Aristoi de mayor confianza) y la asamblea del "Demos" eran dos órganos de consulta en el poder ejecutivo. El poder judicial suponía entregar los asuntos de justicia al criterio personal del Basileis en un tiempo en el que todavía no existía una legislación escrita. Finalmente, el "Basileis" era mediador entre los hombres y los dioses, encargado de hacer los honores al Dios correpondiente en nombre de la comunidad. Resulta evidente que el mismo espíritu elitista y el monopolio de todos los ámbitos de la existencia seguía concentrado en el poder de unos pocos hombres que, eso sí, afirmaban su autoridad en acciones que ejemplificaban y validaban los valores de su época. La contraparte a ésta apreciación la hallamos en la poesía y la reflexión de Hesiodo, testimonio antagónico a Homero que fustiga a las élites ( las tildaba de “devoradores de regalos”) y reivindica la vida campesina como un trabajo que fortalece al ser humano y lo dignifica. Sus teogonías siguen el esquema inspirado en su sentido moral de justicia y verdad. Hesiodo, en definitiva, nos permite atender a las flaquezas de la élite que - con toda la nobleza y el valor ejercidos en su función militar - abusa de su posición y dictamina sobre la base de un criterio huérfano de la aprenhensión de la vida campesina, los problemas de la gente humilde, y la consecuente incomprensión respecto a la complejidad del tejido social que ellos dominaban desde su posición en la cúspide. Las élites, en aquellos tiempos, hacían de su virtud un ejemplo desde un ámbito de estabilidad y riqueza material que les venía dada por la tradición de sus ancestros, lo cual inducía el consciente y proclamado desprecio ante las clases inferiores que ni siquiera habían tenido la oportunidad de desarrollar el cultivo de la "areté". La magnitud del desprecio puede estar determinada por la distancia entre las distintas posiciones en la jerarquía partiendo de quienes están en la cúspide, pues éste sentimiento de superioridad es consustancial al ser humano. La religión impregnaba el sello personal de todos los individuos de una comunidad, independientemente de su estatus social, al igual que la cosmovisión panteísta vinculada a la bienaventuranza que procedía de la tierra. Quedó establecida, pues, una fraternidad de individuos en relación a un ámbito de la vida social muy concreto. Es decir, la tradición que recorría todo el espectro de la estructura social y articulaba la relación entre la plebe y la aristocracia mediante la legitimidad de sus creencias compartidas, disminuyendo el desprecio potencial que las élites - debido a un rasgo común en la psicología de la especie humana, y que será explicado en profundidad en otra parte de este libro - pueden llegar a desplegar utilizando instrumentos y formas de una crueldad aterradora. En el mundo de hoy, la laicidad ha roto los vínculos con la espiritualidad fundamentada en la tierra y con el sentimiento de formar parte de una comunidad específica vertebrada en torno a determinados arquetipos también de orden espiritual. La pulsión posmoderna ha desacreditado en gran medida a la tradición y a los absolutos que definían un marco de presupuestos comunes, con lo cual todo el orden ascensional de la sociedad viene determinado principalmente por el poder adquisitivo del individuo y por las relaciones condicionales (es decir, relaciones humanas superfluas). La distancia entre la cúspide y la gran masa de ciudadanos se ha hecho insalvable en la articulación del tejido de la sociedad, tanto en el sentido vertical como en el horizontal. La transformación de la sociedad estática tradicional en un sistema dinámico basado en el individualismo nos permitió ganar la libertad entre competidores - incentivando el éxito social y empresarial de los individuos más dotados - al tiempo que desaparecía esa conexión indispensable para detener la marcha destructora del egoísmo. Y ahora tenemos un conglomerado de "egos" que se aíslan para reafirmar su valor en la frenética ansiedad por poseer los bienes y manipular las voluntades de aquellos que no han accedido a tamaña esfera de influencia, lo cual incentiva la corrupción y el fraude que - paradójicamente - permite el triunfo y la relevancia social de los mediocres...
Volviendo a la era arcaica, la introducción de la metalurgia del hierro en la Hélade propició un mayor desarrollo del comercio y las actividades industriales así como de la agricultura, lo cual impulsó una mayor extensión y desarrollo de las relaciones humanas. Y entonces comenzó la ideación en torno a una sociedad fortalecida en un marco espacial y jurídico que optimice todo ese conglomerado de manifestaciones de la producción material y del intercambio de información, dando como resultado el surgimiento de la “polis” griega. Mediante los procesos de sinecismo ( unión de distintos “Oikos” en una administración común con unas instituciones propias y bajo la advocación de un culto o héroe determinado) tradiciones y tribus diversas pudieron convivir en una estructura política que las integraba conservando sus esencias a la vez que trascendía el estado anterior de la vida en sociedad. Partiendo de una distinción formal entre campo y ciudad pudieron emerger los mecanismos ideológicos e institucionales que articulasen una unidad política destinada a representar las distintas potencias del mundo griego, siendo la ciudad-estado un recinto de defensa frente a los peligros del exterior que permitía perpetuar a las sociedades paganas sin renunciar a la evolución de la estructura comercial. Por ende, se comenta la importancia de los contactos mercantiles con la sociedad de los fenicios como un factor clave en el nacimiento de la “polis”. Otra explicación, de índole histórico-geográfica, nos advierte de la localización de algunas de las primeras “polis” griegas en los asentamientos donde anteriormente se habían levantado las ciudades del mundo micénico, con lo cual cabe señalar una posible pervivencia de ciertos hábitats. La pérdida de la autarquía (por la aparición de nuevas necesidades) y la consecuente necesidad de aunar esfuerzos en agricultura y en los medios que proporcionaba el suelo y, en fin, la búsqueda de una defensa común más eficaz. Pronto, los ciudadanos que formaban el Demos se convirtieron en ciudadanos de pleno derecho, el “Basileis” perdió atribuciones cívicas y su papel fue reducido a funciones de tipo religioso mientras que la clase aristocrática distribuyó funciones entre sus miembros, dando origen a las magistraturas, el consejo de ancianos y la asamblea popular.
lunes, 8 de junio de 2009
Cretenses y micénicos

El mundo antiguo es el tiempo de las élites. La historiografía - por causa de un legado arqueológico circunscrito al ajuar y el monumento suntuoso - atiende ante todo a las huellas dejadas por aquellos gobernantes guerreros a medio camino entre el mito y la realidad. Creta y Micenas son las coordenadas espaciotemporales que nos remiten al punto inicial de un proyecto y una fuerza de la historia que parece seguir unas pautas identificables en cada milenio. Pero sobre esto hablaremos más adelante.
Como suele ocurrir, la civilización minoica nos ha llegado en una imagen idílica de suelo fértil que alterna con territorios áridos y escarpados - Creta es una isla de grandes contrastes geológicos - y unos pobladores que gozan de una vida pacífica, centrada en el laboreo de la tierra y el culto a la diosa de la fertilidad. No nos han llegado apenas vestigios de luchas sociales o guerras entre las distintas regiones. Sus palacios ensalzan el color y el gusto por la apertura hacia la luz del día y a los campos que los circundan. Vino, mujeres, ritos en las cumbres de las montañas y tauromaquia conforman el esquema de la vitalidad de aquellas gentes. Parece que la historia de Creta sigue un curso discontinuo, con recurrentes auges civilizadores después de cataclismos sociales o naturales - sobre esto hay una gran discusión entre los investigadores - que indica que, a pesar de no contar con signos claros de guerras o invasiones de pueblos foráneos, el flujo económico y social estaba sometido a una gran inestabilidad. Tradicionalmente, dividimos la historia de creta en tres fases: 1) período Prepalacial ( 3.000 - 1.900 a.c), edad del bronce en la cual la isla cobró gran importancia comercial por su situación en el mediterráneo, y de la que nos han llegado evidencias de sus contactos con las Cícladas, Chipre, Sicilia, Siria y Egipto, recibiendo influencias de las diversas culturas. 2) período Palacial, en el cual emerge un gran desarrollo demográfico y aparecen modificaciones en las hábitats. Cnoso, Malia, Festo son los enclaves que ejemplifican el esplendor de esta fase hasta que se produce una destrucción por causas naturales, posibles invasiones de asiáticos o revoluciones internas debido a sequías o movimientos sísmicos. Tras un nuevo auge y su consiguiente debacle, llegamos al apogeo de la civilización minoica en el llamado período Neopalacial. Aquel micromundo que nos llega imbuído de leyenda manifiesta la importancia de la alternancia entre épocas de florecimiento separadas por grandes cataclismos que destruyen la belleza de sus palacios para ser reconstruidos con mayor perfección arquitectónica y una expresión plástica de mayor riqueza, especialmente en la decoración mural. Edificios de grandes dimensiones que se alzan en torno a un patio central y numerosas dependencias. Son los palacios que atesoraban el control económico, religioso y social, pero nada sabemos sobre sus reyes o príncipes. Descendiendo en la jerarquía, encontramos pequeñas mansiones imitativas de la arquitectura palacial (con estancias para almacenamiento de grano, archivo y santuario) habitadas supuestamente por altos funcionarios vinculados a la administración. La escritura sobre tablillas de arcilla nos proporciona información sobre la economía de los palacios. Campos de cultivo propiedad del palacio y campesinos que cumplen su servicio ante las élites. Cría de carneros, cerdos, cabras, animales domésticos y de tiro. Grandes tinajas (las bellas pithoi) para almacenar aceite, vino y cereal. Talleres artesanos de manufactura. Pero cabe destacar la actividad mercantil en un mundo de horizontes que delimitan el vasto mar en cualquier dirección. Creta se expandió mediante la talasocracia que inspiró a Homero, y estableció el movimiento que milenios después imitarían griegos y romanos siguiendo el ritmo marcado por las importaciones y las exportaciones de riquezas. Tal vez puede hablarse de un mundo mediterráneo que constituye una civilización específica global en aquellos tiempos. Para un europeo, todo comenzó en Creta. El caso es que esta civilización, ignota pero cercana a nosotros por los destellos de su arquitectura y folclore, entró en decadencia a mediados del segundo milenio, seguramente absorbida y asimilada por nuevas corrientes civilizatorias que llegaban desde el norte, tras un desastre natural provocado - según la tradición académica - por la erupción del volcán de la isla de Thera. Del mundo micénico tenemos escasos indicios en relación a la trascendencia de su empresa económica y geopolítica, verdadero prólogo a la historia de la Hélade. Carecemos de escritos legislativos, literarios o religiosos que nos proporcionen los signos ideológicos que expliquen su fervor viajero y su persistencia en la producción. Las tablillas de arcilla en escritura epigráfica denominada “Lineal B”, sí aportan información sustancial sobre la administración de los palacios, las tareas de los escribas, la economía y el comercio. Una civilización que se extendió principalmente por Grecia meridional y central, Creta, Rodas y Chipre, e identificamos tradicionalmente su origen en los constructores de las “tumbas de fosa vertical” que evolucionaron hacia las “tholoi”, monumentos funerarios cuya estructura se organiza en tres elementos básicos: el “Dromos”, sendero inclinado que conducía desde el nivel natural de la superficie a la puerta del monumento. El “Stormion”, una entrada profunda que conduce al interior de la cámara, construida con grandes bloques de piedra. Y la “cámara”, el interior de la tumba, en forma de colmena con bloques de sillar. Semejantes a un pasadizo ritual que guardaba el recuerdo de los grandes señores. Probablemente, esta nueva corriente civilizadora que se asentó en Creta procedía de regiones orientales y fecundaron sobre el ya valioso sustrato cultural de los asentamientos anteriores y herederos de la sociedad miniana. Introdujeron el carro de guerra, nuevas técnicas metalúrgicas y el uso de la espada larga. El legado cretense se enriqueció con nuevas aportaciones de viajeros - linajes indoeuropeos - representados en forma de leyendas, héroes de origen divino relacionados con Oriente, Asia menor y Egipto. Entre los años 1.500 a 1.400 se desarrolla el apogeo de esta civilización, cultivando el germen de su talasocracia (serán la primera “koiné” comercial y política) en el mar Egeo, y la llamamos Micénica por ser Micenas - ciudad fundada por unos pueblos balcánicos que englobamos bajo el término "aqueos" - el asentamiento que mayor número de hallazgos arqueológicos nos ha proporcionado, pero no hay indicios de hegemonía política.
Frente a la paz y seguridad que expresaban los cálidos palacios de Creta, los micénicos construyeron murallas colosales con piedras ciclópeas de hasta seis metros de espesor con la finalidad de proteger a los príncipes-reyes y a los súbditos que habitaban en el palacio-fortaleza (el centro económico y político), el cual solía estar ubicado sobre una colina que abría el espacio a la vigilancia de temibles invasores o cuadrillas de rapiña y expolio. El “mégaron” era el núcleo o sala grande del palacio donde los gobernantes tomaban la luz de una abertura al exterior y recibían las peticiones de sus funcionarios y feligreses. La fortaleza tenía entradas estratégicas, y una de ellas es la conocida puerta de los leones de Micenas. Acueductos, canales, cisternas, tubos de terracota, sistemas de diques y zanjas para el abastecimiento de agua que servirán de modelo a la ingeniería de época clásica. Cabe imaginar que alrededor de la fortaleza se agrupaban varios poblados dependientes y/o vasallos de los grandes señores. La Historia de estas antigüedades, recordemos, es el poder de una élite en una sociedad estratificada que se diluye ante la preeminencia de las grandes dinastías de reyes y guerreros. El “Wanax” es el monarca micénico, quien concentraba la función religiosa (ordenar el calendario, fijar sacrificios, oblaciones, tasas de ofrenda, presidir las celebraciones y las fiestas en honor a las divinidades), la función militar (dirigir al pueblo en armas), la función administrativa (control y gestión a través de los funcionarios y escribas de la vida económica y social, de ahí que se le considere un régimen marcadamente burocrático). Así pues, desde discretos rincones de palacio y reuniones con los altos cargos, todo el control social emanaba de un vórtice semejante a una mixtura entre burocracia y feudalismo. Y de ello se deriva la estructura social, como un ramaje subordinado al tronco principal de la cúspide del poder. Un monopolio a todos los niveles. Los “basileus”, figura de un maestro de ceremonias religiosas con un séquito a su servicio. O tal vez jefe o capataz de un oficio (arquitecto o constructor, tal vez). Los “lawagetas”, poseedores de lotes de tierra, gran señor del populacho en un escalón por debajo del Wanax. Los “telestas”, también relacionados con la posesión de tierras, aunque su cometido es ambiguo. Tal vez una ocupación más que un “status social”. Los “eqetas”, nobles emparentados con el monarca. En las clases inferiores destaca el “damos”, colectividad libre que habitaba en distritos con órganos propios para su administración, relacionados con la posesión y parcelación de terrenos para el usufructo o la alimentación del ganado. Por último, los esclavos, teniendo en cuenta que la dicotomía libre-esclavo todavía no existía como sí lo hará en el mundo clásico, vinculados a oficios concretos, por lo general mujeres y niños reclutados como prisioneros, en botínes de pillaje, comprados o nacidos en tal condición, propiedad de palacio, de un particular o al servicio de un templo o divinidad. Un conglomerado de vasallajes que culminaba en la representación del Wanax, el espíritu del poder, el honor, la guerra y la consecuente expansión por los mares que circundan el Egeo. La talasocracia micénica vertebró el mediterráneo oriental y occidental y estableció el perfil de la ruta que siglos después seguirán los aventureros griegos (recordemos que el panteón griego tiene su origen en los héroes-dioses de los micénicos, a su vez heredados de la tradición minoica), y después vendrá Roma, y después las luchas comerciales y espirituales entre el occidente cristianizado y el oriente islámico. Hay evidencias de presencia micénica en Siria-palestina, Chipre, mesopotamia, el reino hitita en el centro de Anatolia, Egipto, Península Ibérica, y Europa central. La introducción del hierro en la metalurgia, transformaciones cerámicas y signos de decadencia palacial marcan el fin del Bronce y la entrada en la Edad del Hierro. La civilización micénica sucumbe ante cambios climáticos y víctima de los cataclismos sociales por el probable efecto dominó inducido por la denominada "invasión de los pueblos del mar”, consecuencia o precedente de la caída de los grandes imperios orientales. Desaparece la escritura, se derrumba el sistema mercantil, la burocracia y la administración de palacio, entrando en los siglos oscuros, hasta el próximo resurgir de los guerreros.
El viaje y la guerra auspiciada por las élites, el espíritu emprendedor de éstas, han hecho posible un mundo tal y como se ha desarrollado hasta nuestros días. Las clases medias de hoy valoran la seguridad y el sedentarismo, atributos de la vida ciudadana actual cuyos orígenes están en la inquietud por conocer y poseer territorios o culturas lejanas, la cual permanece en la mente de la élite que vive en cualquier tiempo, signo de la necesidad perfectibilista de trascender desde y sobre un marco geopolítico y mercantil. La expansión geográfica permite una mayor acumulación de riquezas que serán redistribuidas y se convierten en activos que estimulan el mercado y la producción de bienes diversos. Se ha escrito que la historia de la filosofía es una nota a pie de página desde Platón. La Historia humana tal vez sea una repetición expansiva de aquella empresa llevada a cabo por cretenses y micénicos, con sus consecuencias que emanan partiendo del poder elitista y se extienden hacia los escalones inferiores del tejido social, en cada expresión colectiva e individual, las cuales vienen a ser, en última instancia, eventos fortuitos pero sancionados o subordinados al poder central. El globalismo actual nos advierte de que entramos en la culminación de los Tiempos que nos ha tocado vivir como seres habitantes de este planeta.
viernes, 5 de junio de 2009
Nosotros no podemos esperar
Nos situamos en la edad media. Allí, el gnosticismo supuso un esquema cosmogónico vulnerable a la necesidad humana de autoafirmarse frente a una comprensión ambigua del entramado cósmico, semejante a un juego aleatorio de sensaciones inducidas desde el abismo. Aquellas doctrinas esotéricas motivaron una ansiedad de la que surgió el tronco seminal de la filosofía moderna. El mundo es el mal, creación demiúrgica. El “otro mundo” es el reino de las Ideas, lugar del que procede la chispa divina. La teología configura las Ideas mediante la exégesis antropocentrista que desvincula la espiritualidad del humán de su trabajo en el tiempo inmediato del mundo material. El alma busca su hogar primigenio en un intento de hallar la salida al mundo-prisión que la ha cegado y del que debe desconfiar. La ruptura con la filosofía antigua es sustancial y emerge seductora la escatología en torno al fin del mundo y la segunda venida de Cristo. El humán espera la llamada de Dios en su empeño trascendentalista, dando la espalda a la secuencia temporal de la naturaleza, la cual solo atiende a la contingencia de su constante muerte y recreación de ciclos. Los ciclos siguen su curso y nada concluye. En ausencia, pues, de parusía y juicio final, poco a poco vuelven las viejas preguntas sobre el origen y la finalidad del mundo porque la misma substancia oscila hacia el cielo o hacia la tierra según cada nueva edad. San Agustín, después de que Marción hubiera formulado la inexistencia del Demiurgo, volvió a imaginar el mundo en virtud de un trabajo dispuesto para el ser humano. Introduce la responsabilidad del humán respecto al mal en el mundo, lo cual supuso un paso liberador al afianzar nuestra responsabilidad en la Historia y sus acontecimientos. Esto, en el marco teocéntrico de su época, evocó el estigma del pecado por la culpabilidad del hombre. Si despojamos a la responsabilidad de cualquier sinergia cosmogónica (es decir, vincular nuestra acción en el mundo al delito de rebelión contra los dioses de la creación original, la cual selló nuestro destino bajo el objeto de la culpa de no ser lo que los dioses quieren que seamos, aquellos rasgos de su naturaleza que el humán quiere trascender para ser perfecto) ésta es una aceptación determinista que enraiza nuestra autoafirmación en los hechos presentes y en un porvenir abierto a nuestra labor. El concepto de culpa, al contrario, es una negación de nuestra oportunidad de realizar nuestro potencial determinada en el origen del cosmos, un pecado que es destino ineludible. La teología pudo, entonces, legitimar el trabajo mundano, pero - mediante el concepto de culpa - permaneció la condena y sujeción a un Dios y a un orden trascendente. Solo los movimientos liberales - siglos después - podrían deshacer el nudo con el que el teocentrismo medieval seguía amordazando a la conciencia del humán, ya que la variación epistemológica no es fuerza suficiente cuando se trata de abordar la estructura cosmogónica incrustada en nuestra psique.
La investigación, a todos los niveles, centra el esfuerzo en la ideación para un mundo sólido según las aspiraciones del ser humano. Se busca la coherencia que clarifique la relación entre el humán y el mundo. Y comienza la presteza y la ansiedad por hallar elementos conclusivos. Por ejemplo, el principio de economía indicado en la navaja de Ockam es un instrumento que clarifica esa nueva disposición epistemológica del ser humano ante la realidad inmanente de la física. La ciencia física es el nuevo portal en el que desvelar el secreto de Dios en un proyecto afín a la nueva responsabilidad. El hombre quiere leer el libro de la naturaleza condicionado por el sueño de trascender, utilizando una visera conforme al proyecto anhelado. Este principio de economía le ayuda a concretar su ámbito de actuación al precio -probablemente - de reducir el cosmos y, en consecuencia, su potencial. Lutero, desde la teología, propone reducir el orden teocrático (alianza entre Dios y el hombre, conocimiento por revelación unívoca) a una producción del sujeto cognoscente. Se pretende negar la trascendencia para poder volver a ella partiendo de una razón ilustrada. Prescindiendo de la tutela de una revelación omnímoda, se abre un camino de producción libre de dogmas que traza su propio sentido teleológico. Pudieron negar a Dios porque podían volver a encontrar un motivo de trascendencia en el orden natural, o en la proyección de una nueva razón que precisaba el sentido de lo sagrado secular.
En principio, el sacramento de la revelación imponía un movimiento de conciencia lastrado por su unidireccionalidad, en un zarpazo de absolutismo teológico. La aparición de la Ciencia fue una respuesta no menos violenta, y también reaccionaria ante la demora de la autoafirmación del humán que la sumisión a dicho absolutismo producía. La dogmática convertía certezas parciales en un lento avance en el camino. Virar el método y la fe hacia la materia abría la posibilidad de acelerar la Historia. El mundo esta inacabado, es decir, la naturaleza no colma el impulso perfectibilista hacia un punto indefinido que queda en mera ilusión de trascender. El telos, por tanto, es una ley inmanente de la razón que proyectamos en la naturaleza, según palabras precisas y adecuadas de Hans Blumemberg. La nueva fe en el mundo material nos permite operar con resultados tangibles y medibles que ejemplifican el poder sobre la naturaleza, autoafirmación que sigue un cauce abierto al misterio, la innovación, lo impredecible. La tecnología nos hizo aprendices de dioses. Efectivamente, la técnica es el resultado de la impaciencia humana ante la naturaleza. Charles Darwin evidencia con su Teoría de la Evolución la persistencia del antropocentrismo en ese curso de progreso indefinido que sueña con romper los límites. La evidencia de que la naturaleza utilizó miles de años y generaciones hasta dar con el humán, motivó una mayor angustia ante una secuencia aterradora que no deja lugar al telos. De repente, el naturalismo ofrecía un vector similar a la aprehensión unidireccional del absolutismo teológico. El rechazo que sufrió en su día la teoría evolutiva de Darwin no fue únicamente una cuestión relacionada con el clero y sus preceptos tradicionales. Teístas y cientificistas padecieron la inesperada contrariedad. En la actualidad, algunos cientificistas se refugian en el creacionismo como complemento que alivia la falta de respuestas clarificadoras respecto a las profundidades del mundo en una metodología siempre a la espera de nuevos hallazgos que completen el puzzle según conveniencia de ciertas mentalidades, codeándose con los ultraconservadores cristianos . Y los creyentes - inclusive la autoridad vaticana - empiezan a aceptar la teoría de la Evolución, lo cual les permite abrazar a la ciencia como un signo justificador de su esquema dogmático de cara a la galería, al tiempo que pretende, integrando postulados, presentar su cosmovión como si se tratase de la cosmovisión completa y definitiva, pues hay que aceptar a la naturaleza como un vástago de Dios que sigue sus propias microleyes (o sea, esclava e ilusión de nuestros deseos). El espejismo de Dios y el espejismo del Mundo. En origen, nadie quiso aceptar aquel sometimiento a la naturaleza que se deriva de la mecánica evolucionista presentada por Darwin. Para presentar batalla, el siglo XIX utilizó la tecnificación con furia a modo de respuesta desde la más elemental de las energías. Producir bienes de ostentación y afirmación social, inventar mecanismos más rápidos y eficientes de lo que el mundo natural esta dispuesto a ofrecer. Llegó la revolución industrial para crear el espacio socio-técnico con el objetivo de la autoafirmación que nos negaba la naturaleza. Los románticos enfrentaron su creación a la de aquellos tecnócratas con el pulso del idealismo estético que afirmaba la subjetividad como auténtica superación y autoconciencia existentes más allá de la naturaleza, pues la tecnología ya empezaba a cobrar la fuerza y la forma de una Gran Maquinaria que impondría sus preceptos a todo el orden social a no ser que el espíritu humano alzase su voz disconforme. En cualquier facción subyace el mismo grito de rebeldía. La materialidad del mundo revelaba cada vez más su infinitud e inmensidad, frente a las que el tiempo humano no encuentra su adecuada cronología y cosmogonía, y así lo expresó F. Galiani: Nosotros somos demasiado pequeños, ante ella no son nada ni el tiempo ni el espacio ni el movimiento. Y concluye de forma dramática y arrebatadora: pero nosotros no podemos esperar.
... Nosotros no podemos esperar... palabras que suenan como un eco inmemorial de la tragedia de nuestra especie, atraviesan todos los ciclos de la humanidad, desde el primer "homo sapiens" hasta hoy, dejando al descubierto una herida sangrante.
*Base bibliográfica: Die Legitimität der Neuzeit (La legitimación de la edad moderna), Hans Blumenberg. Ed: Pre-textos.
La investigación, a todos los niveles, centra el esfuerzo en la ideación para un mundo sólido según las aspiraciones del ser humano. Se busca la coherencia que clarifique la relación entre el humán y el mundo. Y comienza la presteza y la ansiedad por hallar elementos conclusivos. Por ejemplo, el principio de economía indicado en la navaja de Ockam es un instrumento que clarifica esa nueva disposición epistemológica del ser humano ante la realidad inmanente de la física. La ciencia física es el nuevo portal en el que desvelar el secreto de Dios en un proyecto afín a la nueva responsabilidad. El hombre quiere leer el libro de la naturaleza condicionado por el sueño de trascender, utilizando una visera conforme al proyecto anhelado. Este principio de economía le ayuda a concretar su ámbito de actuación al precio -probablemente - de reducir el cosmos y, en consecuencia, su potencial. Lutero, desde la teología, propone reducir el orden teocrático (alianza entre Dios y el hombre, conocimiento por revelación unívoca) a una producción del sujeto cognoscente. Se pretende negar la trascendencia para poder volver a ella partiendo de una razón ilustrada. Prescindiendo de la tutela de una revelación omnímoda, se abre un camino de producción libre de dogmas que traza su propio sentido teleológico. Pudieron negar a Dios porque podían volver a encontrar un motivo de trascendencia en el orden natural, o en la proyección de una nueva razón que precisaba el sentido de lo sagrado secular.
En principio, el sacramento de la revelación imponía un movimiento de conciencia lastrado por su unidireccionalidad, en un zarpazo de absolutismo teológico. La aparición de la Ciencia fue una respuesta no menos violenta, y también reaccionaria ante la demora de la autoafirmación del humán que la sumisión a dicho absolutismo producía. La dogmática convertía certezas parciales en un lento avance en el camino. Virar el método y la fe hacia la materia abría la posibilidad de acelerar la Historia. El mundo esta inacabado, es decir, la naturaleza no colma el impulso perfectibilista hacia un punto indefinido que queda en mera ilusión de trascender. El telos, por tanto, es una ley inmanente de la razón que proyectamos en la naturaleza, según palabras precisas y adecuadas de Hans Blumemberg. La nueva fe en el mundo material nos permite operar con resultados tangibles y medibles que ejemplifican el poder sobre la naturaleza, autoafirmación que sigue un cauce abierto al misterio, la innovación, lo impredecible. La tecnología nos hizo aprendices de dioses. Efectivamente, la técnica es el resultado de la impaciencia humana ante la naturaleza. Charles Darwin evidencia con su Teoría de la Evolución la persistencia del antropocentrismo en ese curso de progreso indefinido que sueña con romper los límites. La evidencia de que la naturaleza utilizó miles de años y generaciones hasta dar con el humán, motivó una mayor angustia ante una secuencia aterradora que no deja lugar al telos. De repente, el naturalismo ofrecía un vector similar a la aprehensión unidireccional del absolutismo teológico. El rechazo que sufrió en su día la teoría evolutiva de Darwin no fue únicamente una cuestión relacionada con el clero y sus preceptos tradicionales. Teístas y cientificistas padecieron la inesperada contrariedad. En la actualidad, algunos cientificistas se refugian en el creacionismo como complemento que alivia la falta de respuestas clarificadoras respecto a las profundidades del mundo en una metodología siempre a la espera de nuevos hallazgos que completen el puzzle según conveniencia de ciertas mentalidades, codeándose con los ultraconservadores cristianos . Y los creyentes - inclusive la autoridad vaticana - empiezan a aceptar la teoría de la Evolución, lo cual les permite abrazar a la ciencia como un signo justificador de su esquema dogmático de cara a la galería, al tiempo que pretende, integrando postulados, presentar su cosmovión como si se tratase de la cosmovisión completa y definitiva, pues hay que aceptar a la naturaleza como un vástago de Dios que sigue sus propias microleyes (o sea, esclava e ilusión de nuestros deseos). El espejismo de Dios y el espejismo del Mundo. En origen, nadie quiso aceptar aquel sometimiento a la naturaleza que se deriva de la mecánica evolucionista presentada por Darwin. Para presentar batalla, el siglo XIX utilizó la tecnificación con furia a modo de respuesta desde la más elemental de las energías. Producir bienes de ostentación y afirmación social, inventar mecanismos más rápidos y eficientes de lo que el mundo natural esta dispuesto a ofrecer. Llegó la revolución industrial para crear el espacio socio-técnico con el objetivo de la autoafirmación que nos negaba la naturaleza. Los románticos enfrentaron su creación a la de aquellos tecnócratas con el pulso del idealismo estético que afirmaba la subjetividad como auténtica superación y autoconciencia existentes más allá de la naturaleza, pues la tecnología ya empezaba a cobrar la fuerza y la forma de una Gran Maquinaria que impondría sus preceptos a todo el orden social a no ser que el espíritu humano alzase su voz disconforme. En cualquier facción subyace el mismo grito de rebeldía. La materialidad del mundo revelaba cada vez más su infinitud e inmensidad, frente a las que el tiempo humano no encuentra su adecuada cronología y cosmogonía, y así lo expresó F. Galiani: Nosotros somos demasiado pequeños, ante ella no son nada ni el tiempo ni el espacio ni el movimiento. Y concluye de forma dramática y arrebatadora: pero nosotros no podemos esperar.
... Nosotros no podemos esperar... palabras que suenan como un eco inmemorial de la tragedia de nuestra especie, atraviesan todos los ciclos de la humanidad, desde el primer "homo sapiens" hasta hoy, dejando al descubierto una herida sangrante.
*Base bibliográfica: Die Legitimität der Neuzeit (La legitimación de la edad moderna), Hans Blumenberg. Ed: Pre-textos.
domingo, 31 de mayo de 2009
Sospechar y volver sobre mis pasos

Ha llegado el momento de trasladar a la Teoría de la Conspiración desde la periferia hasta el centro. En primer lugar, hay que distinguir los significados al trasluz de cómo es el mundo moderno y qué pautas ha seguido en su desarrollo a partir del siglo XVI y su presente, del que nosotros somos testigos afectados por la incredulidad. La incredulidad es un consecuente de la educación y de la imagen que en torno al sistema hemos recibido desde la infancia. Dicha imagen consiste en esto: el mundo actual, es un mundo libre y democrático regido por intereses espontáneos, necesidades y mercados en el que todos podemos participar. La información también es de todos, por lo tanto no puede haber mucho más de lo que nos cuentan. Veámos, para empezar, en qué consiste mi definición de esta corriente de la Historia y sobre la que ya he disertado en anteriores escritos. Se trata de una energía de la Historia a la que he denominado con el término Perfectibilismo. Esta energía comenzó con el arte y la religión, en un momento de fuga del paraíso, cuando el humán levantó su mirada hacia las estrellas por primera vez y su conciencia le dijo: ¿Es esto todo lo que puedes llegar a ser?. Ésta es una conspiración inconsciente, abstracta, implícita en la deriva natural de la civilización, la cual engloba a la mayor parte de los individuos que la forman. No hay nada ( o casi nada) oculto ni secreto, al menos desde la irrupción del cristianismo, germen resolutivo de nuestra modernidad al producirse un fenómeno sincrético entre éste y el mundo clásico. Pero hay otra vertiente de la conspiración y es la que todos conocemos por su carácter supuestamente ahistórico y sensacionalista. Es la que nos llega desde la periferia como una actualización de la idea de predestinación en la grecia arcaica (y en otras civilizaciones de la antiguedad), la cual entendía a la humanidad como un tablero de ajedrez al servicio del capricho de los dioses olímpicos. Se trata de una conspiración explícita, concreta, inspirada y alentada en la consciencia de unos pocos elegidos que van trazando su plan en secreto, y el común de los mortales son simples marionetas que permanecen ignorantes a los movimientos profundos de la Historia Global. Es decir, un planeta entero sometido al control de un puñado de seres elitistas. El ansia perfectibilista también cabe en la comprensión de esta vertiente subterránea, pero en este caso solo como ingrediente especulativo. Lógicamente, la idea es tan espectacular y siniestra que cualquier postura razonable no podrá aceptarla y deberá someterla a un análisis sociológico. Las leyendas urbanas son un cauce útil si queremos aproximarnos a la comprensión del colectivo humano. Sin embargo, el signo de nuestro tiempo nos obliga a mirar de otro modo. Esto requiere un análisis más pormenorizado y lo dejo para otro momento, pero debo decir que estamos en una época conclusiva, como otras épocas conclusivas que han existido en siglos anteriores. Me refiero a que estamos en un tiempo presente que colinda con la ciencia-ficción antropológica, en concreto con la eclosión tecnológica que llega a un máximo objetable de expansión y desarrollo del potencial humano, plenitud de las consignas culturales avanzadas en el campo técnico. Después de las dos revoluciones industriales, de dos guerras planetarias, y de la reestructuración social resultante, estamos a unos pocos pasos de ver acontecimientos que ahora parecen increíbles. La idea de criptocracia (término acuñado por Pauwels y Bergier en Le matin des magiciens ) encuentra su perfecta coherencia en la eclosión tecnológica. El fin de los tiempos puede ser la realización de sueños arcanos mediante la técnica. Sueños, ideales, Dioses en la tierra...Fijémonos en este fragmento del libro La legitimación de la edad moderna, de Blumenberg:
El peligro de esta idea hiperbólica del progreso (progreso ilimitado) es la necesaria decepción que tendrá que experimentar cada individuo en el contexto de la historia general , al verse obligado a aportar su trabajo en aras de un futuro del cual él ya no podrá disfrutar. Pese a todo, la idea de progreso ilimitado cumple también una función protectora para los individuos y generaciones que aparezcan en la historia. Pues si hubiera un fin definitivo inmanente a la historia, aquellos que creen saberlo y pretenden alcanzarlo se considerarían legitimados a utilizar a todos los otros ,que ni lo saben ni lo pueden realizar, como meros instrumentos.
El fragmento ejemplifica la integración de las dos vertientes, la efectivamente perfectibilista e implícita (progreso ilimitado como transposición secular del mundo trascendente) y la esotérica-especulativa referida al grupo minoritario de privilegiados que maneja sin escrúpulos a la mayoría ( iluminados que perpetúan el sueño mediante un legado secreto que es depositado generación tras generación. ¿La idea de un progreso ilimitado es tan poderosa que puede sostener una conspiración durante siglos? ). La Verdad quizá esté en la intersección clave dada entre estos movimientos iluministas. La milenaria corriente abstracta del perfectibilismo tal vez se hizo concreta en estos grupos clandestinos que -durante los siglos XVII y XVIII -trabajaron para descubrir los secretos de la naturaleza. Son, efectivamente, humanos que desafían a Dios. El tablero de ajedrez arcaico era la épica imaginada de un potencial que esta esperando a el nuevo orden de los siglos para su realización. La mente humana nunca hubiera creado el mito de la comunicación a distancia si fuera incapaz de inventar el teléfono. Los viajes espaciales existen porque hubo profetas y místicos que ensoñaron vuelos siderales. Nunca habríamos creado dioses sin aspirar eficientemente a parecernos a ellos. En verdad parece que en esta planeta se esta llevando a cabo un plan desde hace siglos. Ahora bien, si observáramos el comportamiento y evolución de distintas bandadas de pájaros pertenecientes a una misma especie veríamos que sus comportamientos (sistema de alimentación, hibernación, migraciones, forma y sentido de sus vuelos) son bastante similares y predecibles generación tras generación. El desarrollo de la vida animal sigue el patrón básico desde un plan biológico (genoma) que interactúa con las variables ambientales. No hay nada de particular ni extraordinario. Si estos pájaros, un día de repente, empezaran a soñar con ser algo más que pájaros, dicho plan superaría los patrones hereditarios (es decir, trascendería la contingencia y el instinto) y cobraría una dimensión siniestra. Ya no sería un plan implícito en el orden natural de las cosas. El ser humano, dotado de conciencia histórica y del sentimiento de autoafirmación, puede llevar sus aptitudes y su inteligencia a rincones inesperados y peligrosos. Sobre todo si dicho plan es pactado con letras de oro, representado con marcas de fuego y auspiciado mediante secretos velados en salones de lujo, correspondencia, símbolos esotéricos y sacralidad.

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Iluminaciones en el Fin de nuestro Tiempo
sábado, 30 de mayo de 2009
Una inquietud para empezar de nuevo (¿Conspiranoia o Conspiración?)
La inquietud indefinida que me inspiró a comenzar la escritura de este cuaderno tiene una raigambre social y del momento. No soy agorero, tan solo he fijado mi atención en un paisaje arrebatador. Hay que situarse en el ángulo óptimo y decidir cómo actuar ante lo que se avecina. ¿Qué papel quieres jugar en un mundo que te obliga a elegir con el inevitable sacrificio que ello supone?. Si no lo está haciendo todavía, espera al momento en que no puedas escapar a la encrucijada. En épocas de crisis, es lógico que las conspiraciones estén a la orden del día. Nuestro patrón psicológico necesita configurar causas, efectos, identificar culpables, marchar hacia la revolución. La vena sensacionalista que lo comprime todo es evidente. Pero, en verdad, la cuestión esta en boca de mucha gente, y veo en la red internauta un panorama atosigador, por mucho que yo quiera afianzarme en la convicción de que cierta forma de Gran Conspiración no es otra cosa que una leyenda urbana, contrariamente a la Gran Conspiración (teorética, energética y abstracta) que yo respaldo desde la tesis central que motiva mi trabajo en este cuaderno. La cuestión planteada es ésta: ¿existe un conglomerado de sociedades secretas o grupos ocultos que rigen el destino del mundo desde la sombra?. A modo de síntesis, una respuesta afirmativa supone simplificar y/o sesgar la dinámica histórica de facto, una teorización que plantea más problemas de los que resuelve. De todas formas, la investigación esta en marcha. De momento considero que la corriente conspiranoica es buen material periférico (el mejor underground) para escribir ensayos o novelas de ciencia-ficción. Y, como dije al inicio, para explorar o rastrear la esfera social que busca respuestas ante las turbulencias del tiempo inmediato. Si lo que nos interesa es la historiografía y el rigor, debemos saber que los voceros de la conspiranoia sirven al sensacionalismo, simple y llanamente. Escritores alucinados, títeres de no se sabe quién (atención al esperpéntico caso de Rafael Palacios y su revista Jaque Mate) plagiadores, paranoicos, soñadores que se dejan llevar por una cierta fascinación por el mal. Internet es una verdadera casa de locos en relación a esto. Llevo meses investigando fuentes y escritores sobre el tema con la finalidad de encontrar algo decente. Se preguntará el hipotético lector: ¿ pero es que acaso hay gente cabal, formada y equilibrada que respalde la teoría de la Gran Conspiración?. Imposible asegurar una respuesta positiva, pero sí, parece que la hay. Y, además, individuos que dicen tener información de primera mano. Individuos que escriben en su blog sin ánimo de lucro y con una sesuda intención de advertir y despertar a la sociedad ante lo que está pasando en el mundo. El texto que reproduzco a continuación fue publicado el 29 de mayo del año 2008 (pueden encontrarlo en esta dirección: http://iberaldea.es/blog/?p=69 ). Es valioso por su clara disertación sobre cómo opera el poder económico mundial, porque también clarifica en parte la actual crisis económica y por su cumplida predicción de esos primeros estallidos de la crisis que sucedieron en agosto y septiembre de ese mismo año. Ello enciende la sospecha sobre la veracidad de los supuestos confidentes y la información a la que accedió el autor respecto a una nueva gran guerra cuyos contendientes son escurridizos pero que claramente dejan al ciudadano medio y a la cada vez más mermada clase media en el ojo del huracán. Cójanlo con pinzas y léanlo con inquietud y terror, concretamente al llegar a los últimos párrafos:
Es el tema que está en la boca de todos: CRISIS ECONOMICA. En las calles, en el trabajo, en los bares y cafeterías se comenta lo caro que se ha puesto todo, lo que nos cuesta llegar a fin de mes, el paro que no cesa de aumentar, que las ventas de viviendas han caído en picado, que ya no se venden coches, que la gasolina y el gasoil se están poniendo por las nubes. Y es que estamos viviendo una desaceleración económica, algo así como un frenazo al alegre ir y venir del dinero. Y cuando se pisa el freno en economía inmediatamente salen de sus escondites los fantasmas del paro, del encarecimiento de los productos de primera necesidad, la congelación de salarios y las bancarrota.
Las crisis económicas o épocas de recesión son muy normales en el sistema capitalista, de hecho forman parte de ese sistema. Sin recesión no hay expansión; expansión y recesión han de sucederse como lo hace el sístole y el diástole de un corazón para mantenerlo con vida. Si echamos la mirada a un pasado no muy lejano y enumeramos los procesos de recesión económica que hemos tenido la desgracia de vivir, observaremos que estas han sido al menos cuatro en los últimos 30 años. Conocidas son las del 76-79 y la del 83-86, después de estas dos que para nosotros fueron especialmente pronunciadas ya que pasábamos de un sistema de gobierno dictatorial a una monarquía parlamentaria, vinieron otras que no lo fueron tanto, en el 90 comenzó otro proceso recesivo suave que apenas duró dos años y después, a mediados de los 97-98 otro que tampoco duró excesivamente ni fue pronunciado. Parecía que a comienzos del milenio se nos echaba encima una gran recesión mundial pero, tras los conocidos sucesos del 11S en New York comenzó una era de crecimiento que desde EEUU se contagió a todo el Primer Mundo (Esclavonia, es decir: el tercer Mundo, siempre estuvo fuera de estos ciclos). Desde el 2001 hasta mediados del 2007 hemos tenido un ciclo de expansión largo (normalmente los ciclos de expansión raramente superan los cuatro años).
Todo el mundo se ha sentido muy eufórico en estos años, gastando y contrayendo numerosas deudas para adquirir bienes de consumo, especialmente viviendas. Las constructoras no han parado de construir y la gente en comprar más y más casas. Desde el principio del boom inmobiliario (año 2003) se observó cuan productivo era comprar un piso para revenderlo un año o dos después. Las ganancias eran superiores a las que se generaban jugando a bolsa. El negocio era tan rentable que, a finales del 2005 se estimaba que cerca de 600.000 personas se estaban dedicando a la compra-venta de viviendas. Simplemente se estaba especulando con la vivienda y como el precio subía de día en día, la gente se lanzó a adquirir lo antes posible para comprar al precio del momento temiendo que meses después esa misma vivienda de sus sueños valdría decenas de miles de euros más como acababa sucediendo. Todo esto estaba sucediendo de una forma planificada en otras naciones, como los EEUU, Inglaterra, Irlanda, Italia, etc. Los grandes inversores habían encontrado un filón de oro y lo estaban explotando sin miramientos. En toda esta espiral especulativa no debemos olvidar el motor que la impulsa: los bancos, cajas y entidades financieras. Para producir esta aberrante locura que ha alimentado la más brutal de las especulaciones se ha hecho necesario dar hipotecas casi a cualquiera que las pidiera y que diera unas mínimas garantías. Por supuesto la especulación es una práctica permitida por todos los gobiernos que se han vendido a las grandes oligarquías del dinero. Ellos ya se encargaron previamente de controlar a los políticos y que estos después han aprobado toda clase de leyes que han permitido estos desmanes económicos. Con leyes que prohiban la usura y la especulación, por ejemplo, esto no hubiera ocurrido en absoluto. Sin embargo, promulgar leyes de este tipo van en contra del libre comercio internacional ¿te has preguntado porqué? Para vender viviendas en esta orgía de compras desenfrenadas se ha acabado construyendo más de lo que el mercado realmente necesita. Hoy se sabe que son cerca de un millón de viviendas las que sobran en este país. El resultado de todo ello es que, acabado el pantagruélico festín especulativo de la construcción, quedan los restos del banquete, cientas de miles de viviendas que no podrán ser vendidas por que no encuentran comprador. Y no se compran por que se han puesto a precios increíbles para el que realmente las quiere para vivir (no especular) y porque la banca no las va a financiar a no ser que se presenten toda clase de garantías. Esto tiene que dejar claro a todo el mundo que el boom inmobiliario era una cuestión especulativa que apenas tenía que ver con las necesidades reales de la población.
En los últimos cinco años he hablado mucho de economía, me han invitado incluso a hacerlo en un Congreso y en todo este tiempo he aprendido muchas cosas. Quizás la más importante para mí fue descubrir el completo desconocimiento que la mayoría de las personas tienen sobre Economía. Ante semejante incultura es muy fácil que surjan toda clase de delincuentes que se han aprovechado de nosotros. Eso es lo que ha ocurrido sobre todo en los últimos cinco siglos. En el otro lado están los “doctorados” en económicas, muchos de ellos auténticos ignorantes ilustrados. Con esta especie he tenido que lidiar en algunas ocasiones aunque ahora simplemente los ignoro, tal y como ellos hacen conmigo y con casi todos los mortales. Claro, viéndonos desde el Olimpo Académico en el que habitan les debemos parecer poco menos que insectos que a veces molestamos tanto que nos fumigarían con veneno ¡Cuanta prepotencia la de algunos de estos “dioses del intelecto”!. Ahí siguen, asesorando a bancos y cajas, a grandes y pequeñas empresas, a particulares que invierten en bolsa. Conocen bien como funciona el juego, de eso no me cabe duda, y también han aprendido a callar cuando deben y a actuar con toda la hipocresía que les caracteriza repitiendo ante el populacho la misma retahíla de siempre. Debería enseñarse economía a todos los niños desde temprana edad, pero no esta economía caínita que se practica ahora, sino la verdadera economía. Entonces sería posible comenzar a plantar cara a estos desaprensivos parásitos y depredadores del prójimo.
Bien, si ellos no se atreven a decirlo, yo, que no tengo título ni cátedra que defender ni amo al que obedecer bajo pena de perder sueldo y privilegios, puedo hablar bien alto y afirmar que el sistema capitalista funciona impulsado por épocas de expansión económica y de recesión. Las épocas de expansión económica se producen gracias a que se inyecta dinero en el sistema y las de recesión aparecen cuando el dinero ya no es inyectado. Es así de simple. ¿Quién y cómo se inyecta dinero al sistema? Fácil, el dinero lo crean los bancos en el momento que nos conceden a cualquiera de nosotros un préstamo. ¿Quién y cómo se retira dinero del sistema? Pues los mismos personajes, dejan de dar préstamos y se dedican a recoger el dinero prestado más intereses. ¿Es tan sencillo? Si, es así de sencillo. Todo lo demás, es el gran escenario que a modo de laberinto sin solución se ha creado en torno de esta simple verdad. Este escenario es como un gran velo que se nos ha puesto a todos en los ojos.
Hace dos años (2006) dije a algunos amigos que comenzaba una nueva recesión. Intrigados porque estuviera tan seguro me interrogaron que porqué pensaba que se acercaba un período de recesión:
- es lógico - les dije - he escuchado que ya no dan hipotecas a cualquiera y eso sólo significa que se ha dado la orden de cerrar el grifo.
-Já!, eso no es motivo suficiente, seguramente no tenían los avales necesarios - me comentó uno de ellos, a lo que yo añadí - creeme, antes daban esas hipotecas casi a cualquiera y ahora ya no -. El tiempo ha acabado dándome la razón, y no soy adivino, sólo he utilizado la inteligencia y la experiencia acumulada a lo largo de la vida para llegar a esa conclusión. De todos modos, el sistema era insostenible, simplemente la gente ya no ganaba más de lo que tenía que pagar de hipoteca y, desde luego iba a necesitar el sueldo de su pareja para pagar el resto, es decir: las letras de los coches, la VISA, los préstamos personales, la comida de cada día, la ropa, y poco más. Observando esto era suficiente como para deducir que el juego especulativo estaba llegando a su techo. Es como ocurre ahora con el petróleo, la gente lo sigue pagando y la subida del mismo no ha sido para los europeos del euro tan importante como para otras naciones gracias a que nuestra moneda se ha apreciado con respecto al dólar en la misma proporción que ha subido el barril Brend. Sin embargo, se tocará techo a partir del cambio 1,62 $ por euro y entraremos en zona roja cuando alcance 1,69 $. Es pura matemática, después de ahí necesariamente la gasolina y el gasoil subirán de 20 en 20 céntimos hasta alcanzar 1,60 o más a finales de este año. Si el año pasado nos gastábamos una media de 100 € en ir al trabajo, ahora serán casi 180 €. Y, hay que tener en cuenta que el petróleo mueve esta sociedad y todo va a subir en una proporción nunca antes vista.
Pero esta recesión económica es de las que denomino RECESION DEPREDADORA (ha habido otras antes). Este tipo de recesiones que se producen invariablemente cuando el ciclo de expansión ha sido especialmente largo como es el caso de este (2001-2007). Llevados por la euforia de este prolongado ciclo de bonanza y de consumo, las empresas se lanzan a grandes aventuras y proyectos animadas por la concesión de créditos fáciles, olvidando la regla número uno del sistema capitalista. Cuando se produce el cierre del grifo, estas grandes empresas parecen tener unos sólidos cimientos, pero no es así. Lo que tienen es grandes deudas contraídas que están obligadas a pagar y con intereses. Y el grifo del dinero ha sido cerrado para casi todos, así que no se vende ni se hacen grandes negocios. Pronto tienen que declararse en bancarrota y es entonces cuando son presa fácil para los depredadores. Estos las compran a precio de saldo y absorben sus infraestructuras y bienes inmuebles, el verdadero valor tangible de las mismas, el fruto del duro trabajo de muchas personas. Los ciclos prolongados de expansión sirven para zamparse grandes conjuntos de empresas.
Es absurdo creer que estas CRISIS económicas son ocasionadas por cuestiones de mercado y producción. Son CRISIS financieras. ¿Qué es una crisis financiera? La que es provocada por el flujo del dinero en un conjunto social. Una crisis económica especialmente grave sería aquella que se manifiesta porque se han producido, por ejemplo, grandes catástrofes meteorológicas que han acabado con numerosas cosechas. Ello produciría escasez de alimentos y, por lo tanto el precio de los alimentos subiría en proporción a la demanda. Las crisis de dinero son también graves porque arruinan empresas y aumentan la desocupación, desaceleran el consumo y ocasionan presión fiscal (hay que pagar el subsidio a numerosos parados y hacer frente a numerosas quiebras).
¿Qué pasaría si unimos a una crisis financiera una crisis de suministros? Pues eso es lo que se está experimentando ahora. Nunca se ha producido más petróleo que en la actualidad. En solo siete años se ha doblado a nivel mundial la producción del preciado oro negro. Este año también se va a tener una producción global récord de trigo (más del 8%). La cosecha de arroz va a superar a la de años anteriores en un 2,3%. La FAO afirma que la producción de alimentos aumentará en el conjunto mundial en torno a un 3%. No obstante ¡Hay escasez de alimentos! y también ¡de petróleo!. ¿Qué está pasando?. Es sencillo… Como decía un conocido broker neoyorkino “hay que seguir la ruta del dinero”. El dinero que han ganado a mares los de siempre ha de dirigirse hacia algún bien que luego quieran poseer los borreguitos (ellos ya se encargarán de que los deseen con locura y paguen por ello lo que haga falta)… y los borreguitos necesitan gasolina para sus coches, para disfrutar de las muchas comodidades que tienen en sus casas y sobre todo, comida… Así que estos mal nacidos están comprando bienes de primera necesidad a meses vista, incluso a un año o más, para especular más adelante con ellos. Eso se llama preparar el siguiente ciclo expansivo (para ellos claro) en el cual, simplemente van a intentar ganar en este Gran Juego. ¡Lo quieren todo y lo quieren ya!. También saben que es cuestión de años que los borreguitos empiecen a despertar en masa y decidan lincharlos y acabar de una vez con esta locura que solo ha traído sufrimiento y dolor a miles de millones de personas.
Analicemos lo que está sucediendo: están comprando petróleo, comida (en especial cereales que pueden ser almacenados durante años), oro, cobre y otras materias de primera necesidad. ¿Porqué?… Pensad. Los pozos petrolíferos de todo el mundo están produciendo a pleno rendimiento y no obstante el precio del petróleo sube. La causa de esto está en que grandes corporaciones están comprando el preciado oro negro a un año y medio vista y pronto lo harán a dos años. Es decir la producción de hoy mismo ya fue vendida hace meses a alguien. Si quieres comprar petróleo mañana mismo porque lo necesitas ya no tendrás más remedio que recomprárselo a alguien que ya lo haya adquirido con anterioridad.
Corre un rumor por las altas esferas del poder, es un secreto que poco a poco se va filtrando y que algunos ya conocen a la perfección. Se rumorea que se acerca otra gran guerra. Pero ¿cómo? ¿quién nos va a atacar? ¿Bin Laden? ¿Los chinos? ¿los alienígenas?… No, las guerras ya no las hacen las naciones y sus gobiernos. Tampoco los terroristas. Las guerras son planeadas por la Gran hermandad de oligarcas que controlan el mundo y, creedme, la guerra es un gran negocio, de hecho es el negocio por excelencia. Lo fue en el pasado y lo es en la actualidad. El rumor apunta a que en agosto o septiembre comenzarán los primeros fuegos de artificio. Espero que solo sea un rumor, aunque los confidentes suelen estar bastante bien informados. Esto explicaría porqué están acaparando provisiones de petróleo, de alimentos y de materias primas, además de oro. ¡Qué lástima! el marioneta de Solbes, uno de esos economistas ilustrados de los que hablábamos líneas arriba, ha vendido buena parte de nuestras reservas de oro. Según él de nada nos servían y presionado por sus amos (la Hermandad) las ha puesto a la venta. Los lingotes dorados volaron de sus manos y en cuestión de horas el oro de la reserva nacional ha pasado a manos de especuladores.
Estemos atentos a lo que va a suceder en los próximos meses y años, no ya en el plano económico y social sino sobre todo con nuestras mentes y almas. Pues están poniendo en marcha desde hace años tecnologías de manipulación mental con el propósito de acabar con la poca voluntad que nos queda.
Pero no nos pongamos apocalípticos, no estamos solos y el mal no vencerá, al menos no eternamente. Todo esto nos ha animado, a mi esposa y a mí, a llevar adelante un pequeño huerto en lo que antes era jardín. Hemos plantado de todo, lechugas, pimientos verdes, rojos, de piquillo, girasoles, judías, berenjenas, tomates de rama y cherry, fresas, frambuesas, ajos, cebollas… Es una gran satisfacción y algo muy hermoso recoger estos frutos que has ayudado a crecer con tanto amor. Te los comes en un acto ritual, dándoles las gracias por entregar su energía para proseguir el ciclo de la vida en otro ser. Y pienso que esta es la verdadera ECONOMIA, la que nos ofrece la naturaleza fruto de nuestro esfuerzo y dedicación o la que surge del espíritu creativo del artesano y del artista, o la del sabio que instruye a sus semejantes… lo demás es un inmenso engaño y una transgresión de las leyes universales y humanas.
Y desde otro hilo de la misma fuente, una precisa descripción de dónde estamos ahora, siempre y cuando el autor de estos textos inquietantes sea alguien distinto a los habituales paranoicos, y entonces podemos detenernos durante una temporada a pensar qué camino vamos a elegir. Y, en fin, ¿vivimos realmente en El Gran Engaño?. ¿La Gran Conspiración es una energía de la Historia, inconsciente pero imparable?. ¿O es, realmente, algo inmediato, tangible, concreto y aterrador?:
...Esta sociedad es fruto de una Gran Conspiración y, hasta este axioma quiere ser vilipendiado y pervertido en su sentido. Tanto es así que, todo lo conspiratorio está de moda como si de una nueva mancia esotérica se tratase. Nuevamente vemos como la ley de crear el caos para después imponer el orden se aplica también en este caso. Miles de conspiraciones salen a la palestra con la finalidad de que la verdadera Conspiración acabe mezclada con temas que a la gente les crea aun más incredulidad y devalúan a los que de verdad trabajan por denunciar lo que está sucediendo. ¿Cómo vamos a presentar esto mezclado con marcianitos, con profecías que nunca se cumplen de Confederaciones galácticas y con otras historias que difícilmente la razón más abierta podrían sostener? Aviso importante para quienes se abonan a toda clase de conspiraciones: mucho de lo que se dice y afirma está ahí para engañarnos y muchos de los que las divulgan ganan buenas sumas de dinero por hacer su trabajo. Es cierto que existe una Gran Conspiración pero, el modo de contrarrestar la validez de los planteamientos de quienes las denuncian es llevando a cabo campañas de desinformación. Internet está plagado de desinformación. Cuando ciertos personajes comienzan a hablar de marcianitos y seres grises grotescos (me pregunto porqué los extraterrestres tienen que ser seres sombríos, maléficos y endiabladamente feos ¿acaso no los habrá bien guapos y apuestos?), de reptiles disfrazados de seres humanos y cosas por el estilo, nos encontramos con grotescos añadidos a una Conspiración que, de por sí, no necesita de estos adornos carnavalescos. Estamos denunciando una Conspiración cuyos objetivos son muy simples: tenernos dominados y controlados mientras ellos hacen lo que les viene en gana, incluso jugar a lo grotesco y a la infamia de desafiar a Dios. Son un reducido número de grandes psicópatas muy inteligentes – como lo son casi todos los psicópatas -, increíblemente informados, que siempre juegan con ventaja y que conocen muy bien las debilidades humanas. Cuando la Conspiración es adornada con elementos totalmente salidos de madre comienza el trabajo de la desinformación y esta hace más daño que bien a la causa que muchos de nosotros estamos llevando a cabo desde hace décadas. Observad como youtube está llenándose de imágenes falsas de avistamientos UFO, de cómo se nos presentan ex-illuminati diciéndonos cosas que ya sabemos y dando detalles que no revelan nada nuevo ni permiten meter en la cárcel a ningún implicado. Nadie, repito, nadie dentro de la Hermandad habla a no ser que se le ordene hacerlo. Si alguno denunciara algo sobre la Hermandad sería eliminado inmediatamente. Es una de sus reglas, así que no hagamos caso a semejante personajes.
Queremos tener una existencia digna y no lo que nos ha tocado vivir pero no hemos de olvidar que estamos en esta situación porque hemos decidido rendirnos e hincar las rodillas en el suelo. Es decir, no nos resistimos ante lo que está sucediendo y ello nos convierte en cómplices. Nos quejamos día tras día de las injusticias que acontecen en todo el mundo y denunciamos que la culpa la tienen los políticos, los ricos, los grandes trust empresariales, los poderes fácticos, las mafias, los corruptos, pero casi nunca nos señalamos a nosotros mismos. Es muy fácil criticar y denunciar y muy difícil decir ¡basta! Y organizarse y presentar batalla. No se trata de una mera protesta, de una manifestación, de un boicot organizado contra determinados estamentos de poder político o económico. Todo esto ya se ha hecho antes y no ha dado demasiados resultados. Necesitamos una acción contundente, organizada, una rebelión orquestada desde una plataforma que ha trabajado durante cierto tiempo preparándose para tal fin.
Adolecen de ingenuidad quienes piensan que manifestándose en masa y exigiendo pacíficamente conseguirán algo ante todo ese conjunto de sinvergüenzas que controlan nuestros destinos. Deberían saber previamente que ellos llevan mucho tiempo haciendo lo que hacen y, por tanto, saben muy bien como contrarrestar cualquier tipo de ataque contra sus intereses. Tienen métodos y soluciones para cualquier tipo de crisis que se les presente. Controlan los medios así que podrían minimizar el impacto de una manifestación de grandes dimensiones. Tienen capacidad para doblegar sutilmente el idealismo y las buenas causas que animaron a los cabecillas para conseguir llevar a cabo esta acción. Pueden, amablemente, reconducir sus aspiraciones de tal modo que al final parezcan justo lo contrario. Pueden comprar a quien quieran porque saben que todo ser humano tiene un precio. Les encanta comparar a los líderes que promueven revoluciones sociales. Para ellos es una gran satisfacción ver como cualquiera de ellos traiciona a los suyos y a la causa que defiende por unas cuantas monedas de oro. Y si no fuera así, utilizarían métodos coactivos más enérgicos. Buscarán los puntos débiles y atacarán sin compasión. Y si todo falla, los harán desaparecer mediante la muerte o el secuestro.
Nuestro enemigo es muy poderoso y se reiría de acciones de este tipo. Se necesita organizar algo clandestino, una gran nación dentro de la nación, una facción disidente de sus propios ciudadanos haciendo realidad un modo alternativo de sociedad. ¿Pero que tipo de sociedad será esa? En mi opinión se ha de desarrollar una sociedad paralela que no sea radicalmente diferente pero si que se diferencie en una serie de aspectos que son vitales y fundamentales para seguir adelante con esta alternativa. En primer lugar se trata de dejar claro una cuestión: la sociedad globalizada actualmente imperante no tiene otro destino que sucumbir y desaparecer. No hay nada en ella que merezca la pena salvar excepto a quienes han decidido abandonarla a su destino y comenzar a construir un flamante orden social. Cualquier iniciativa de cambio sustancial dentro del campo de la actual sociedad no sólo es un vano esfuerzo sino que, reforzará a la larga al sistema imperante. Vean el caso del movimiento ecologista, como ha sido absorbido por este y reconvertido en un instrumento más de explotación política y económica. Se habla de avances cuando se habla de la liberación de la mujer cuando se ha utilizado todo este movimiento para incluir a cientos de millones de esclavas a la cadena de producción de fábricas y negocios. Se ha fomentado las libertades sexuales después de siglos de opresión en este sentido para vulgarizar el sexo y fomentar ambigüedades en las relaciones parentales. El sexo es un arma formidable de control, quien sabe utilizarlo controla a las masas. Y así podemos proseguir analizando muchísimos aspectos de ese loado progreso y evolución del que tanto se jacta este Monstruoso Leviatán Social. Nuestra sociedad, eso ha de quedar claro, no está evolucionando sino que está cercana a su debacle. Y ese desmoronamiento anunciado, ese Apocalipsis profetizado a los cuatro vientos es la única esperanza que nos queda a los que aun mantenemos alguna fe en la humanidad. Sólo de un mundo en ruinas va a ser posible construir algo nuevo, algo que nace con nuevas raíces y nutrido por hombres libres de las ataduras que les han impuesto otros. Y mientras llega ese tiempo, nosotros, los que hemos despertado de entre los muertos en ese día del Juicio que antecede al Final de los finales, habremos creado una nación invisible que se manifestará ante todo como una alternativa de vida futura.
Iberaldea se mueve en esa dirección mostrando los ideales ibéricos y el modo de vivir de nuestros ancestros, mucho antes de que todo cayese en un estado de franca trasgresión. Mostrará sin miedo a críticas como se han hecho intentos de cambiar esta situación en tiempos no muy lejanos y que, siempre que se han levantado las gentes movidas por el impulso que anima sus corazones se han producido prodigiosas victorias sobre nuestro enemigo. Es hora ya de ponernos en marcha sin más dilación y dejar de esperar a que cambien las cosas por arte de magia. Dios seguramente nos ayudará, pero será en la medida en que nosotros hagamos algo al respecto. Si no somos capaces de sacrificarnos por esta Causa no somos merecedores sino del triste modo de vida que llevamos. La batalla comienza en nosotros mismos, en nuestro entorno más cercano y querido. Para actuar y hacer algo no necesitamos arroparnos con la fuerza de las masas. Las masas siguen a quienes destacan de entre ellos. Hazte luz y se consecuente con lo que defiendes y tus semejantes comenzarán a escucharte, a respetarte y finalmente a seguir tu ejemplo. Esta es la mejor propaganda y lo que más teme nuestro enemigo: la Fe en nosotros mismos. Si hay Orden en ti mismo el Caos no tiene nada que hacer. Hay que centrarse en un solo objetivo, claro, conciso y contundente. Eso nos hará seres con una férrea voluntad. Debemos aparcar nuestros egos, deshacernos de su nefasta influencia y buscar el cooperativismo entre nuestros semejantes, así evitaremos los personalismos que nos dividen y nos impulsan a estar en constante disputa los unos con los otros. El Caos irrumpe poderoso sobre cualquiera de las fisuras que se abren en el Orden natural, hay que combatir, combatir y no cesar de hacerlo.
Fuente: http://iberaldea.es/blog/
Es el tema que está en la boca de todos: CRISIS ECONOMICA. En las calles, en el trabajo, en los bares y cafeterías se comenta lo caro que se ha puesto todo, lo que nos cuesta llegar a fin de mes, el paro que no cesa de aumentar, que las ventas de viviendas han caído en picado, que ya no se venden coches, que la gasolina y el gasoil se están poniendo por las nubes. Y es que estamos viviendo una desaceleración económica, algo así como un frenazo al alegre ir y venir del dinero. Y cuando se pisa el freno en economía inmediatamente salen de sus escondites los fantasmas del paro, del encarecimiento de los productos de primera necesidad, la congelación de salarios y las bancarrota.
Las crisis económicas o épocas de recesión son muy normales en el sistema capitalista, de hecho forman parte de ese sistema. Sin recesión no hay expansión; expansión y recesión han de sucederse como lo hace el sístole y el diástole de un corazón para mantenerlo con vida. Si echamos la mirada a un pasado no muy lejano y enumeramos los procesos de recesión económica que hemos tenido la desgracia de vivir, observaremos que estas han sido al menos cuatro en los últimos 30 años. Conocidas son las del 76-79 y la del 83-86, después de estas dos que para nosotros fueron especialmente pronunciadas ya que pasábamos de un sistema de gobierno dictatorial a una monarquía parlamentaria, vinieron otras que no lo fueron tanto, en el 90 comenzó otro proceso recesivo suave que apenas duró dos años y después, a mediados de los 97-98 otro que tampoco duró excesivamente ni fue pronunciado. Parecía que a comienzos del milenio se nos echaba encima una gran recesión mundial pero, tras los conocidos sucesos del 11S en New York comenzó una era de crecimiento que desde EEUU se contagió a todo el Primer Mundo (Esclavonia, es decir: el tercer Mundo, siempre estuvo fuera de estos ciclos). Desde el 2001 hasta mediados del 2007 hemos tenido un ciclo de expansión largo (normalmente los ciclos de expansión raramente superan los cuatro años).
Todo el mundo se ha sentido muy eufórico en estos años, gastando y contrayendo numerosas deudas para adquirir bienes de consumo, especialmente viviendas. Las constructoras no han parado de construir y la gente en comprar más y más casas. Desde el principio del boom inmobiliario (año 2003) se observó cuan productivo era comprar un piso para revenderlo un año o dos después. Las ganancias eran superiores a las que se generaban jugando a bolsa. El negocio era tan rentable que, a finales del 2005 se estimaba que cerca de 600.000 personas se estaban dedicando a la compra-venta de viviendas. Simplemente se estaba especulando con la vivienda y como el precio subía de día en día, la gente se lanzó a adquirir lo antes posible para comprar al precio del momento temiendo que meses después esa misma vivienda de sus sueños valdría decenas de miles de euros más como acababa sucediendo. Todo esto estaba sucediendo de una forma planificada en otras naciones, como los EEUU, Inglaterra, Irlanda, Italia, etc. Los grandes inversores habían encontrado un filón de oro y lo estaban explotando sin miramientos. En toda esta espiral especulativa no debemos olvidar el motor que la impulsa: los bancos, cajas y entidades financieras. Para producir esta aberrante locura que ha alimentado la más brutal de las especulaciones se ha hecho necesario dar hipotecas casi a cualquiera que las pidiera y que diera unas mínimas garantías. Por supuesto la especulación es una práctica permitida por todos los gobiernos que se han vendido a las grandes oligarquías del dinero. Ellos ya se encargaron previamente de controlar a los políticos y que estos después han aprobado toda clase de leyes que han permitido estos desmanes económicos. Con leyes que prohiban la usura y la especulación, por ejemplo, esto no hubiera ocurrido en absoluto. Sin embargo, promulgar leyes de este tipo van en contra del libre comercio internacional ¿te has preguntado porqué? Para vender viviendas en esta orgía de compras desenfrenadas se ha acabado construyendo más de lo que el mercado realmente necesita. Hoy se sabe que son cerca de un millón de viviendas las que sobran en este país. El resultado de todo ello es que, acabado el pantagruélico festín especulativo de la construcción, quedan los restos del banquete, cientas de miles de viviendas que no podrán ser vendidas por que no encuentran comprador. Y no se compran por que se han puesto a precios increíbles para el que realmente las quiere para vivir (no especular) y porque la banca no las va a financiar a no ser que se presenten toda clase de garantías. Esto tiene que dejar claro a todo el mundo que el boom inmobiliario era una cuestión especulativa que apenas tenía que ver con las necesidades reales de la población.
En los últimos cinco años he hablado mucho de economía, me han invitado incluso a hacerlo en un Congreso y en todo este tiempo he aprendido muchas cosas. Quizás la más importante para mí fue descubrir el completo desconocimiento que la mayoría de las personas tienen sobre Economía. Ante semejante incultura es muy fácil que surjan toda clase de delincuentes que se han aprovechado de nosotros. Eso es lo que ha ocurrido sobre todo en los últimos cinco siglos. En el otro lado están los “doctorados” en económicas, muchos de ellos auténticos ignorantes ilustrados. Con esta especie he tenido que lidiar en algunas ocasiones aunque ahora simplemente los ignoro, tal y como ellos hacen conmigo y con casi todos los mortales. Claro, viéndonos desde el Olimpo Académico en el que habitan les debemos parecer poco menos que insectos que a veces molestamos tanto que nos fumigarían con veneno ¡Cuanta prepotencia la de algunos de estos “dioses del intelecto”!. Ahí siguen, asesorando a bancos y cajas, a grandes y pequeñas empresas, a particulares que invierten en bolsa. Conocen bien como funciona el juego, de eso no me cabe duda, y también han aprendido a callar cuando deben y a actuar con toda la hipocresía que les caracteriza repitiendo ante el populacho la misma retahíla de siempre. Debería enseñarse economía a todos los niños desde temprana edad, pero no esta economía caínita que se practica ahora, sino la verdadera economía. Entonces sería posible comenzar a plantar cara a estos desaprensivos parásitos y depredadores del prójimo.
Bien, si ellos no se atreven a decirlo, yo, que no tengo título ni cátedra que defender ni amo al que obedecer bajo pena de perder sueldo y privilegios, puedo hablar bien alto y afirmar que el sistema capitalista funciona impulsado por épocas de expansión económica y de recesión. Las épocas de expansión económica se producen gracias a que se inyecta dinero en el sistema y las de recesión aparecen cuando el dinero ya no es inyectado. Es así de simple. ¿Quién y cómo se inyecta dinero al sistema? Fácil, el dinero lo crean los bancos en el momento que nos conceden a cualquiera de nosotros un préstamo. ¿Quién y cómo se retira dinero del sistema? Pues los mismos personajes, dejan de dar préstamos y se dedican a recoger el dinero prestado más intereses. ¿Es tan sencillo? Si, es así de sencillo. Todo lo demás, es el gran escenario que a modo de laberinto sin solución se ha creado en torno de esta simple verdad. Este escenario es como un gran velo que se nos ha puesto a todos en los ojos.
Hace dos años (2006) dije a algunos amigos que comenzaba una nueva recesión. Intrigados porque estuviera tan seguro me interrogaron que porqué pensaba que se acercaba un período de recesión:
- es lógico - les dije - he escuchado que ya no dan hipotecas a cualquiera y eso sólo significa que se ha dado la orden de cerrar el grifo.
-Já!, eso no es motivo suficiente, seguramente no tenían los avales necesarios - me comentó uno de ellos, a lo que yo añadí - creeme, antes daban esas hipotecas casi a cualquiera y ahora ya no -. El tiempo ha acabado dándome la razón, y no soy adivino, sólo he utilizado la inteligencia y la experiencia acumulada a lo largo de la vida para llegar a esa conclusión. De todos modos, el sistema era insostenible, simplemente la gente ya no ganaba más de lo que tenía que pagar de hipoteca y, desde luego iba a necesitar el sueldo de su pareja para pagar el resto, es decir: las letras de los coches, la VISA, los préstamos personales, la comida de cada día, la ropa, y poco más. Observando esto era suficiente como para deducir que el juego especulativo estaba llegando a su techo. Es como ocurre ahora con el petróleo, la gente lo sigue pagando y la subida del mismo no ha sido para los europeos del euro tan importante como para otras naciones gracias a que nuestra moneda se ha apreciado con respecto al dólar en la misma proporción que ha subido el barril Brend. Sin embargo, se tocará techo a partir del cambio 1,62 $ por euro y entraremos en zona roja cuando alcance 1,69 $. Es pura matemática, después de ahí necesariamente la gasolina y el gasoil subirán de 20 en 20 céntimos hasta alcanzar 1,60 o más a finales de este año. Si el año pasado nos gastábamos una media de 100 € en ir al trabajo, ahora serán casi 180 €. Y, hay que tener en cuenta que el petróleo mueve esta sociedad y todo va a subir en una proporción nunca antes vista.
Pero esta recesión económica es de las que denomino RECESION DEPREDADORA (ha habido otras antes). Este tipo de recesiones que se producen invariablemente cuando el ciclo de expansión ha sido especialmente largo como es el caso de este (2001-2007). Llevados por la euforia de este prolongado ciclo de bonanza y de consumo, las empresas se lanzan a grandes aventuras y proyectos animadas por la concesión de créditos fáciles, olvidando la regla número uno del sistema capitalista. Cuando se produce el cierre del grifo, estas grandes empresas parecen tener unos sólidos cimientos, pero no es así. Lo que tienen es grandes deudas contraídas que están obligadas a pagar y con intereses. Y el grifo del dinero ha sido cerrado para casi todos, así que no se vende ni se hacen grandes negocios. Pronto tienen que declararse en bancarrota y es entonces cuando son presa fácil para los depredadores. Estos las compran a precio de saldo y absorben sus infraestructuras y bienes inmuebles, el verdadero valor tangible de las mismas, el fruto del duro trabajo de muchas personas. Los ciclos prolongados de expansión sirven para zamparse grandes conjuntos de empresas.
Es absurdo creer que estas CRISIS económicas son ocasionadas por cuestiones de mercado y producción. Son CRISIS financieras. ¿Qué es una crisis financiera? La que es provocada por el flujo del dinero en un conjunto social. Una crisis económica especialmente grave sería aquella que se manifiesta porque se han producido, por ejemplo, grandes catástrofes meteorológicas que han acabado con numerosas cosechas. Ello produciría escasez de alimentos y, por lo tanto el precio de los alimentos subiría en proporción a la demanda. Las crisis de dinero son también graves porque arruinan empresas y aumentan la desocupación, desaceleran el consumo y ocasionan presión fiscal (hay que pagar el subsidio a numerosos parados y hacer frente a numerosas quiebras).
¿Qué pasaría si unimos a una crisis financiera una crisis de suministros? Pues eso es lo que se está experimentando ahora. Nunca se ha producido más petróleo que en la actualidad. En solo siete años se ha doblado a nivel mundial la producción del preciado oro negro. Este año también se va a tener una producción global récord de trigo (más del 8%). La cosecha de arroz va a superar a la de años anteriores en un 2,3%. La FAO afirma que la producción de alimentos aumentará en el conjunto mundial en torno a un 3%. No obstante ¡Hay escasez de alimentos! y también ¡de petróleo!. ¿Qué está pasando?. Es sencillo… Como decía un conocido broker neoyorkino “hay que seguir la ruta del dinero”. El dinero que han ganado a mares los de siempre ha de dirigirse hacia algún bien que luego quieran poseer los borreguitos (ellos ya se encargarán de que los deseen con locura y paguen por ello lo que haga falta)… y los borreguitos necesitan gasolina para sus coches, para disfrutar de las muchas comodidades que tienen en sus casas y sobre todo, comida… Así que estos mal nacidos están comprando bienes de primera necesidad a meses vista, incluso a un año o más, para especular más adelante con ellos. Eso se llama preparar el siguiente ciclo expansivo (para ellos claro) en el cual, simplemente van a intentar ganar en este Gran Juego. ¡Lo quieren todo y lo quieren ya!. También saben que es cuestión de años que los borreguitos empiecen a despertar en masa y decidan lincharlos y acabar de una vez con esta locura que solo ha traído sufrimiento y dolor a miles de millones de personas.
Analicemos lo que está sucediendo: están comprando petróleo, comida (en especial cereales que pueden ser almacenados durante años), oro, cobre y otras materias de primera necesidad. ¿Porqué?… Pensad. Los pozos petrolíferos de todo el mundo están produciendo a pleno rendimiento y no obstante el precio del petróleo sube. La causa de esto está en que grandes corporaciones están comprando el preciado oro negro a un año y medio vista y pronto lo harán a dos años. Es decir la producción de hoy mismo ya fue vendida hace meses a alguien. Si quieres comprar petróleo mañana mismo porque lo necesitas ya no tendrás más remedio que recomprárselo a alguien que ya lo haya adquirido con anterioridad.
Corre un rumor por las altas esferas del poder, es un secreto que poco a poco se va filtrando y que algunos ya conocen a la perfección. Se rumorea que se acerca otra gran guerra. Pero ¿cómo? ¿quién nos va a atacar? ¿Bin Laden? ¿Los chinos? ¿los alienígenas?… No, las guerras ya no las hacen las naciones y sus gobiernos. Tampoco los terroristas. Las guerras son planeadas por la Gran hermandad de oligarcas que controlan el mundo y, creedme, la guerra es un gran negocio, de hecho es el negocio por excelencia. Lo fue en el pasado y lo es en la actualidad. El rumor apunta a que en agosto o septiembre comenzarán los primeros fuegos de artificio. Espero que solo sea un rumor, aunque los confidentes suelen estar bastante bien informados. Esto explicaría porqué están acaparando provisiones de petróleo, de alimentos y de materias primas, además de oro. ¡Qué lástima! el marioneta de Solbes, uno de esos economistas ilustrados de los que hablábamos líneas arriba, ha vendido buena parte de nuestras reservas de oro. Según él de nada nos servían y presionado por sus amos (la Hermandad) las ha puesto a la venta. Los lingotes dorados volaron de sus manos y en cuestión de horas el oro de la reserva nacional ha pasado a manos de especuladores.
Estemos atentos a lo que va a suceder en los próximos meses y años, no ya en el plano económico y social sino sobre todo con nuestras mentes y almas. Pues están poniendo en marcha desde hace años tecnologías de manipulación mental con el propósito de acabar con la poca voluntad que nos queda.
Pero no nos pongamos apocalípticos, no estamos solos y el mal no vencerá, al menos no eternamente. Todo esto nos ha animado, a mi esposa y a mí, a llevar adelante un pequeño huerto en lo que antes era jardín. Hemos plantado de todo, lechugas, pimientos verdes, rojos, de piquillo, girasoles, judías, berenjenas, tomates de rama y cherry, fresas, frambuesas, ajos, cebollas… Es una gran satisfacción y algo muy hermoso recoger estos frutos que has ayudado a crecer con tanto amor. Te los comes en un acto ritual, dándoles las gracias por entregar su energía para proseguir el ciclo de la vida en otro ser. Y pienso que esta es la verdadera ECONOMIA, la que nos ofrece la naturaleza fruto de nuestro esfuerzo y dedicación o la que surge del espíritu creativo del artesano y del artista, o la del sabio que instruye a sus semejantes… lo demás es un inmenso engaño y una transgresión de las leyes universales y humanas.
Y desde otro hilo de la misma fuente, una precisa descripción de dónde estamos ahora, siempre y cuando el autor de estos textos inquietantes sea alguien distinto a los habituales paranoicos, y entonces podemos detenernos durante una temporada a pensar qué camino vamos a elegir. Y, en fin, ¿vivimos realmente en El Gran Engaño?. ¿La Gran Conspiración es una energía de la Historia, inconsciente pero imparable?. ¿O es, realmente, algo inmediato, tangible, concreto y aterrador?:
...Esta sociedad es fruto de una Gran Conspiración y, hasta este axioma quiere ser vilipendiado y pervertido en su sentido. Tanto es así que, todo lo conspiratorio está de moda como si de una nueva mancia esotérica se tratase. Nuevamente vemos como la ley de crear el caos para después imponer el orden se aplica también en este caso. Miles de conspiraciones salen a la palestra con la finalidad de que la verdadera Conspiración acabe mezclada con temas que a la gente les crea aun más incredulidad y devalúan a los que de verdad trabajan por denunciar lo que está sucediendo. ¿Cómo vamos a presentar esto mezclado con marcianitos, con profecías que nunca se cumplen de Confederaciones galácticas y con otras historias que difícilmente la razón más abierta podrían sostener? Aviso importante para quienes se abonan a toda clase de conspiraciones: mucho de lo que se dice y afirma está ahí para engañarnos y muchos de los que las divulgan ganan buenas sumas de dinero por hacer su trabajo. Es cierto que existe una Gran Conspiración pero, el modo de contrarrestar la validez de los planteamientos de quienes las denuncian es llevando a cabo campañas de desinformación. Internet está plagado de desinformación. Cuando ciertos personajes comienzan a hablar de marcianitos y seres grises grotescos (me pregunto porqué los extraterrestres tienen que ser seres sombríos, maléficos y endiabladamente feos ¿acaso no los habrá bien guapos y apuestos?), de reptiles disfrazados de seres humanos y cosas por el estilo, nos encontramos con grotescos añadidos a una Conspiración que, de por sí, no necesita de estos adornos carnavalescos. Estamos denunciando una Conspiración cuyos objetivos son muy simples: tenernos dominados y controlados mientras ellos hacen lo que les viene en gana, incluso jugar a lo grotesco y a la infamia de desafiar a Dios. Son un reducido número de grandes psicópatas muy inteligentes – como lo son casi todos los psicópatas -, increíblemente informados, que siempre juegan con ventaja y que conocen muy bien las debilidades humanas. Cuando la Conspiración es adornada con elementos totalmente salidos de madre comienza el trabajo de la desinformación y esta hace más daño que bien a la causa que muchos de nosotros estamos llevando a cabo desde hace décadas. Observad como youtube está llenándose de imágenes falsas de avistamientos UFO, de cómo se nos presentan ex-illuminati diciéndonos cosas que ya sabemos y dando detalles que no revelan nada nuevo ni permiten meter en la cárcel a ningún implicado. Nadie, repito, nadie dentro de la Hermandad habla a no ser que se le ordene hacerlo. Si alguno denunciara algo sobre la Hermandad sería eliminado inmediatamente. Es una de sus reglas, así que no hagamos caso a semejante personajes.
Queremos tener una existencia digna y no lo que nos ha tocado vivir pero no hemos de olvidar que estamos en esta situación porque hemos decidido rendirnos e hincar las rodillas en el suelo. Es decir, no nos resistimos ante lo que está sucediendo y ello nos convierte en cómplices. Nos quejamos día tras día de las injusticias que acontecen en todo el mundo y denunciamos que la culpa la tienen los políticos, los ricos, los grandes trust empresariales, los poderes fácticos, las mafias, los corruptos, pero casi nunca nos señalamos a nosotros mismos. Es muy fácil criticar y denunciar y muy difícil decir ¡basta! Y organizarse y presentar batalla. No se trata de una mera protesta, de una manifestación, de un boicot organizado contra determinados estamentos de poder político o económico. Todo esto ya se ha hecho antes y no ha dado demasiados resultados. Necesitamos una acción contundente, organizada, una rebelión orquestada desde una plataforma que ha trabajado durante cierto tiempo preparándose para tal fin.
Adolecen de ingenuidad quienes piensan que manifestándose en masa y exigiendo pacíficamente conseguirán algo ante todo ese conjunto de sinvergüenzas que controlan nuestros destinos. Deberían saber previamente que ellos llevan mucho tiempo haciendo lo que hacen y, por tanto, saben muy bien como contrarrestar cualquier tipo de ataque contra sus intereses. Tienen métodos y soluciones para cualquier tipo de crisis que se les presente. Controlan los medios así que podrían minimizar el impacto de una manifestación de grandes dimensiones. Tienen capacidad para doblegar sutilmente el idealismo y las buenas causas que animaron a los cabecillas para conseguir llevar a cabo esta acción. Pueden, amablemente, reconducir sus aspiraciones de tal modo que al final parezcan justo lo contrario. Pueden comprar a quien quieran porque saben que todo ser humano tiene un precio. Les encanta comparar a los líderes que promueven revoluciones sociales. Para ellos es una gran satisfacción ver como cualquiera de ellos traiciona a los suyos y a la causa que defiende por unas cuantas monedas de oro. Y si no fuera así, utilizarían métodos coactivos más enérgicos. Buscarán los puntos débiles y atacarán sin compasión. Y si todo falla, los harán desaparecer mediante la muerte o el secuestro.
Nuestro enemigo es muy poderoso y se reiría de acciones de este tipo. Se necesita organizar algo clandestino, una gran nación dentro de la nación, una facción disidente de sus propios ciudadanos haciendo realidad un modo alternativo de sociedad. ¿Pero que tipo de sociedad será esa? En mi opinión se ha de desarrollar una sociedad paralela que no sea radicalmente diferente pero si que se diferencie en una serie de aspectos que son vitales y fundamentales para seguir adelante con esta alternativa. En primer lugar se trata de dejar claro una cuestión: la sociedad globalizada actualmente imperante no tiene otro destino que sucumbir y desaparecer. No hay nada en ella que merezca la pena salvar excepto a quienes han decidido abandonarla a su destino y comenzar a construir un flamante orden social. Cualquier iniciativa de cambio sustancial dentro del campo de la actual sociedad no sólo es un vano esfuerzo sino que, reforzará a la larga al sistema imperante. Vean el caso del movimiento ecologista, como ha sido absorbido por este y reconvertido en un instrumento más de explotación política y económica. Se habla de avances cuando se habla de la liberación de la mujer cuando se ha utilizado todo este movimiento para incluir a cientos de millones de esclavas a la cadena de producción de fábricas y negocios. Se ha fomentado las libertades sexuales después de siglos de opresión en este sentido para vulgarizar el sexo y fomentar ambigüedades en las relaciones parentales. El sexo es un arma formidable de control, quien sabe utilizarlo controla a las masas. Y así podemos proseguir analizando muchísimos aspectos de ese loado progreso y evolución del que tanto se jacta este Monstruoso Leviatán Social. Nuestra sociedad, eso ha de quedar claro, no está evolucionando sino que está cercana a su debacle. Y ese desmoronamiento anunciado, ese Apocalipsis profetizado a los cuatro vientos es la única esperanza que nos queda a los que aun mantenemos alguna fe en la humanidad. Sólo de un mundo en ruinas va a ser posible construir algo nuevo, algo que nace con nuevas raíces y nutrido por hombres libres de las ataduras que les han impuesto otros. Y mientras llega ese tiempo, nosotros, los que hemos despertado de entre los muertos en ese día del Juicio que antecede al Final de los finales, habremos creado una nación invisible que se manifestará ante todo como una alternativa de vida futura.
Iberaldea se mueve en esa dirección mostrando los ideales ibéricos y el modo de vivir de nuestros ancestros, mucho antes de que todo cayese en un estado de franca trasgresión. Mostrará sin miedo a críticas como se han hecho intentos de cambiar esta situación en tiempos no muy lejanos y que, siempre que se han levantado las gentes movidas por el impulso que anima sus corazones se han producido prodigiosas victorias sobre nuestro enemigo. Es hora ya de ponernos en marcha sin más dilación y dejar de esperar a que cambien las cosas por arte de magia. Dios seguramente nos ayudará, pero será en la medida en que nosotros hagamos algo al respecto. Si no somos capaces de sacrificarnos por esta Causa no somos merecedores sino del triste modo de vida que llevamos. La batalla comienza en nosotros mismos, en nuestro entorno más cercano y querido. Para actuar y hacer algo no necesitamos arroparnos con la fuerza de las masas. Las masas siguen a quienes destacan de entre ellos. Hazte luz y se consecuente con lo que defiendes y tus semejantes comenzarán a escucharte, a respetarte y finalmente a seguir tu ejemplo. Esta es la mejor propaganda y lo que más teme nuestro enemigo: la Fe en nosotros mismos. Si hay Orden en ti mismo el Caos no tiene nada que hacer. Hay que centrarse en un solo objetivo, claro, conciso y contundente. Eso nos hará seres con una férrea voluntad. Debemos aparcar nuestros egos, deshacernos de su nefasta influencia y buscar el cooperativismo entre nuestros semejantes, así evitaremos los personalismos que nos dividen y nos impulsan a estar en constante disputa los unos con los otros. El Caos irrumpe poderoso sobre cualquiera de las fisuras que se abren en el Orden natural, hay que combatir, combatir y no cesar de hacerlo.
Fuente: http://iberaldea.es/blog/
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Iluminaciones en el Fin de nuestro Tiempo
miércoles, 15 de abril de 2009
¡No seáis videntes del futuro, comprended el futuro!
Las noticias vuelan, pero menos raudas que el ritmo de los hechos por lo común aceptados. Este año 2009 es una posición que nos enfrenta a una encrucijada visible para cualquier individuo. Los políticos pronuncian frases que amortiguan la inquietud y empiezan a crear un espejismo que - en este momento - es la imagen del becerro de oro que todos quieren preservar. La pregunta es: ¿hasta cuando durará el engaño?. Ese irracional acto de fe que hoy nos piden las élites políticas e ideológicas de nuestro tiempo, como ya especifiqué en otro lugar, supone la misma tragedia que cuando los hombres de la antigua sociedad estamental quisieron, contra toda razón y lógica, mantener en el centro del universo al Dios personal que era causa y justificación del orden jerárquico. Hoy la palabra es "Confianza". Confiar en el milagro de la ingeniería financiera y en una idea fanática: que el crecimiento de nuestro sistema productivo es ilimitado. Vamos a cambiar nuestro tiempo (que es lo mismo que cantar, como hacía Dylan, aquello de los tiempos están cambiando), pero hay y habrá resistencia a aceptarlo. De igual modo parece que casi nadie quiere decirnos con claridad que lo que sucede es que estamos llegando al final de un ciclo histórico. Este cruce nos va a exigir reestructuraciones en distintas esferas del tiempo que vivimos. Ello implicará hechos traumáticos ante los cuales solo podrán sobrevivir y ser dignos de su tiempo los individuos más autónomos y cultivados en el arte de administrar sus capacidades y necesidades según las circunstancias.
Si quieren comprender una parte sustancial de la encrucijada en la que estamos metidos, vean y escuchen esta entrevista al catedrático en estructuras económicas Santiago Niño Becerra, desde la televisión de Catalunya. No fijen su atención en las quinielas y demás pronósticos. Los profetas son inútiles. Fíjense, mejor, en el trasfondo de sus palabras. Es una de las pocas mentes que esta alzando su voz en los medios para decir lo que a la mayoría democrática (la redundancia es intencionada, quede constancia) no le interesa que se diga. Por eso, la entrevista que ahora adjunto no tiene precio.¡Comprended el futuro!. Es decir, el presente:
Si quieren comprender una parte sustancial de la encrucijada en la que estamos metidos, vean y escuchen esta entrevista al catedrático en estructuras económicas Santiago Niño Becerra, desde la televisión de Catalunya. No fijen su atención en las quinielas y demás pronósticos. Los profetas son inútiles. Fíjense, mejor, en el trasfondo de sus palabras. Es una de las pocas mentes que esta alzando su voz en los medios para decir lo que a la mayoría democrática (la redundancia es intencionada, quede constancia) no le interesa que se diga. Por eso, la entrevista que ahora adjunto no tiene precio.¡Comprended el futuro!. Es decir, el presente:
domingo, 5 de abril de 2009
La corriente de los siglos: el sueño y la secularización (y II)
En esa transposición del objetivo hacia el que se dirige el esfuerzo humano nos topamos con una expresión principal de la filosofía existencialista. Ver a el hombre arrojado hacia sí mismo significa que confunde su visión con la estructura completa del mundo. La metodología científica y el rastreo del mundo físico emiten señales de alerta. En la física de vanguardia aprendemos que el canal mediante el cual definimos nuestra situación en la totalidad - los sentidos - es un generador de sensaciones traducidas a partir de la Realidad. Una realidad que no existe fuera de los esquemas de comprensión habitualmente utilizados en epistemología. En última instancia, la consciencia, auténtico generador de Imágenes (formas y significados), determina nuestra relación con lo que somos - la comprensión del mundo - y esta sometida a las múltiples operaciones de la Realidad. ¿Cómo podemos pretender la conquista del mundo si solo somos una operación de un flujo que sobrepasa nuestro entendimiento?. Al concentrar toda la energía en el trabajo mundanizado - guiados por las directrices de las élites en cada tiempo y lugar - efectuamos una exploración circular, generando interrogantes frente a la constancia de un terreno vedado. Una vez más, solo obtenemos un proceso acumulativo. ¿Dirección?. ¿Significado?. Sí, los hay, pero tantos como criaturas que nacen cada día. Cada individuo significa un resultado de operaciones incalculables. Imposible, por tanto, aplicar un patrón sistémico que permita la realización de todos ellos en un mismo punto temporal. No existe una moral, una ética, un orden y una aplicación científica válidas para todos nosotros.
Secularización, en su origen etimológico, significa expropiación de bienes eclesiásticos que pasan a formar parte de la estructura de poder laica. El acto jurídico será la potencia ideológica mientras que la institución religiosa y la institución laica plantean - durante siglos - una oposición figurada que simplemente escenifica la tensión entre los dos polos (fósiles) sobre los que surge el sincretismo institucional de la modernidad. La reestructuración jurídica fue la expresión terrenal de la metamorfosis de esa substancia histórica . El objetivo era el mundo desligado de lo divino, pero la sed perfectibilista encauzó el nuevo orden. ¿Fue un desprendimiento de la fuerza originaria (la fe) para dar paso a las capacidades humanas?. No. En todo caso, fue otra forma de concebir y canalizar dichas capacidades. La fe sigue inamovible desde entonces y hasta nuestra época. Ahora se habla de fe en el progreso. Y la idea de progreso constituyó otro aspecto de la violación del orden natural. La naturaleza no progresa, se multiplica y cambia. El humán lo llama evolución, un concepto similar al de progreso. Pero no olvidemos que somos contingencia y presencia en el árbol infinito de la vida, siendo únicamente una rama más dentro de esa multiplicidad biológica. El progreso es una consigna cultural avanzada. Se trata de mejorar las premisas para mejorar nuestra civilización. En consecuencia, conspiramos para abolir la contingencia y la presencia en una posición trivial en el árbol de la vida. Mediante esta escatología (un mundo mejor, un nuevo orden financiero, una nueva respuesta global, un nuevo orden mundial) aceleramos la Historia en contra del tiempo natural, y creamos el tiempo humano. Esta es la Gran Conspiración de cuya existencia muchos dudan, otros la niegan rotundamente, otros la intuyen (quieren intuirla, quieren creer que es verdad) como justificación a sus paranoias, y los más inteligentes la perciben como si ésta fuera una especie de fuerza global y abstracta que rompe cualquier criterio convencional a la hora de construir una explicación coherente sobre ello, lo cual no significa que la Historia encierra un misterio profundo en torno a fuerzas oscuras que operan entre bastidores...
Dios se transmuta en mundo cuantificable y perfectible. Y entonces el humán comienza a relacionarse con su realidad mediante la fe en lo absoluto e ilimitado. El mundo había ocupado el trono de Dios. Sería una blasfemia negarle atributos divinos. Este es el germen del cientificismo, que no es otra cosa que la secularización de la fe cristiana. El cientificismo nos impone un único método de conocimiento y unos tratamientos médicos que, por absolutos, han de ser útiles para todos los individuos sin excepción. Y, también, de la irracional idea de pensar en un crecimiento económico infinito, en contra de los recursos disponibles y de las operaciones pautadas en la naturaleza. Si en la edad media la infinitud de Dios era un atributo consolador frente a nuestro pecado, la modernidad vislumbró la infinitud del mundo y sintió los terrores de Pascal frente al vacío de esos espacios eternos. Veamos cómo lo expresa George Charpak en su libro, del cual es coautor, “Sed sabios, convertios en profetas”:
La invención del anteojo astronómico , al que siguieron los primeros telescopios, iba pronto a zanjar los litigios de la astronomía confirmando la inmensidad del universo. Una auténtica sensación de agorafobia invadió entonces a algunos espíritus, cuya angustia se expresaba muy bien en este breve pensamiento de Pascal: “Me espanta el silencio de esos espacios infinitos”. Nótese que espantar tenía entonces el sentido que damos a “aterrorizar”. Y nótese también que lo que espanta a Pascal es el silencio. No es el físico quien habla, por más que fue él mismo quien demostró la existencia del vacío y que esto siga siendo uno de sus títulos imperecederos de gloria. El vacío es, esencialmente, un lugar de silencio [...].
La cuestión es más profunda aún en el caso de Pascal porque, si no, él hubiera hablado de la causa (el vacío) y no del efecto (el silencio). Lo que quiere decir que es el místico, no el sabio, quien expresa su angustia. Porque, ¿dónde oír la palabra de dios en la inmensidad del vacío?. Poco a poco, esa desmesura del universo será percibida por un creciente número de individuos. Hoy se ha hecho evidente, pues todo el mundo ha podido ver fotos prodigiosas de galaxias y quásares, o los velos de nebulosas proyectadas al vacío por estrellas moribundas, mientras otras estrellas se disponen a nacer.
¿Qué es pues el hombre en el inmenso universo y cómo puede pretender conocerse a sí mismo?. ¿Cómo no reconocer que, desde Copérnico, las religiones y filosofías se pierden en un espacio que se ha hecho demasiado vasto para ellas y que ninguna revelación había dado pie a presentir?. ¿Qué conciencia puede considerarse indemne de esta herida, si no es por encontrarse aletargada a causa de la somnolencia?.
Parece, pues, que en el camino del conocimiento hemos vuelto a tropezar contra los espejismos ( atención a Richard Dawkins) que el humán quiso evitar en la era moderna. Dichos espejismos no son el resultado de un error epistemológico. El silencio aterrador al que se refiere Pascal es la respuesta del universo a la interrogación. No hay respuesta, solo vacío y soledad. Alguien debería ahora escribir un libro divulgativo que bien podría tener como título “ El espejismo del mundo”. Sería un libro tan aterrador que solo las mentes muy preparadas podrían sobrevivir a su lectura. ¿Quién es capaz de mirar a su alrededor, comprender los mecanismos de la Gran Maquinaria alimentada por todos nosotros por causa de nuestra ceguera, darse cuenta del fraude que nos gobierna y asumir la percepción mística de Pascal sin desmoralizarse y dar fin inmediato a su vida?. Esa es una posición a la que se acerca - y mira con temor - el humán situado en la encrucijada de los tiempos.
*Base bibliográfica: Die Legitimität der Neuzeit (La legitimación de la edad moderna), Hans Blumenberg. Ed: Pre-textos.
Secularización, en su origen etimológico, significa expropiación de bienes eclesiásticos que pasan a formar parte de la estructura de poder laica. El acto jurídico será la potencia ideológica mientras que la institución religiosa y la institución laica plantean - durante siglos - una oposición figurada que simplemente escenifica la tensión entre los dos polos (fósiles) sobre los que surge el sincretismo institucional de la modernidad. La reestructuración jurídica fue la expresión terrenal de la metamorfosis de esa substancia histórica . El objetivo era el mundo desligado de lo divino, pero la sed perfectibilista encauzó el nuevo orden. ¿Fue un desprendimiento de la fuerza originaria (la fe) para dar paso a las capacidades humanas?. No. En todo caso, fue otra forma de concebir y canalizar dichas capacidades. La fe sigue inamovible desde entonces y hasta nuestra época. Ahora se habla de fe en el progreso. Y la idea de progreso constituyó otro aspecto de la violación del orden natural. La naturaleza no progresa, se multiplica y cambia. El humán lo llama evolución, un concepto similar al de progreso. Pero no olvidemos que somos contingencia y presencia en el árbol infinito de la vida, siendo únicamente una rama más dentro de esa multiplicidad biológica. El progreso es una consigna cultural avanzada. Se trata de mejorar las premisas para mejorar nuestra civilización. En consecuencia, conspiramos para abolir la contingencia y la presencia en una posición trivial en el árbol de la vida. Mediante esta escatología (un mundo mejor, un nuevo orden financiero, una nueva respuesta global, un nuevo orden mundial) aceleramos la Historia en contra del tiempo natural, y creamos el tiempo humano. Esta es la Gran Conspiración de cuya existencia muchos dudan, otros la niegan rotundamente, otros la intuyen (quieren intuirla, quieren creer que es verdad) como justificación a sus paranoias, y los más inteligentes la perciben como si ésta fuera una especie de fuerza global y abstracta que rompe cualquier criterio convencional a la hora de construir una explicación coherente sobre ello, lo cual no significa que la Historia encierra un misterio profundo en torno a fuerzas oscuras que operan entre bastidores...
Dios se transmuta en mundo cuantificable y perfectible. Y entonces el humán comienza a relacionarse con su realidad mediante la fe en lo absoluto e ilimitado. El mundo había ocupado el trono de Dios. Sería una blasfemia negarle atributos divinos. Este es el germen del cientificismo, que no es otra cosa que la secularización de la fe cristiana. El cientificismo nos impone un único método de conocimiento y unos tratamientos médicos que, por absolutos, han de ser útiles para todos los individuos sin excepción. Y, también, de la irracional idea de pensar en un crecimiento económico infinito, en contra de los recursos disponibles y de las operaciones pautadas en la naturaleza. Si en la edad media la infinitud de Dios era un atributo consolador frente a nuestro pecado, la modernidad vislumbró la infinitud del mundo y sintió los terrores de Pascal frente al vacío de esos espacios eternos. Veamos cómo lo expresa George Charpak en su libro, del cual es coautor, “Sed sabios, convertios en profetas”:
La invención del anteojo astronómico , al que siguieron los primeros telescopios, iba pronto a zanjar los litigios de la astronomía confirmando la inmensidad del universo. Una auténtica sensación de agorafobia invadió entonces a algunos espíritus, cuya angustia se expresaba muy bien en este breve pensamiento de Pascal: “Me espanta el silencio de esos espacios infinitos”. Nótese que espantar tenía entonces el sentido que damos a “aterrorizar”. Y nótese también que lo que espanta a Pascal es el silencio. No es el físico quien habla, por más que fue él mismo quien demostró la existencia del vacío y que esto siga siendo uno de sus títulos imperecederos de gloria. El vacío es, esencialmente, un lugar de silencio [...].
La cuestión es más profunda aún en el caso de Pascal porque, si no, él hubiera hablado de la causa (el vacío) y no del efecto (el silencio). Lo que quiere decir que es el místico, no el sabio, quien expresa su angustia. Porque, ¿dónde oír la palabra de dios en la inmensidad del vacío?. Poco a poco, esa desmesura del universo será percibida por un creciente número de individuos. Hoy se ha hecho evidente, pues todo el mundo ha podido ver fotos prodigiosas de galaxias y quásares, o los velos de nebulosas proyectadas al vacío por estrellas moribundas, mientras otras estrellas se disponen a nacer.
¿Qué es pues el hombre en el inmenso universo y cómo puede pretender conocerse a sí mismo?. ¿Cómo no reconocer que, desde Copérnico, las religiones y filosofías se pierden en un espacio que se ha hecho demasiado vasto para ellas y que ninguna revelación había dado pie a presentir?. ¿Qué conciencia puede considerarse indemne de esta herida, si no es por encontrarse aletargada a causa de la somnolencia?.
Parece, pues, que en el camino del conocimiento hemos vuelto a tropezar contra los espejismos ( atención a Richard Dawkins) que el humán quiso evitar en la era moderna. Dichos espejismos no son el resultado de un error epistemológico. El silencio aterrador al que se refiere Pascal es la respuesta del universo a la interrogación. No hay respuesta, solo vacío y soledad. Alguien debería ahora escribir un libro divulgativo que bien podría tener como título “ El espejismo del mundo”. Sería un libro tan aterrador que solo las mentes muy preparadas podrían sobrevivir a su lectura. ¿Quién es capaz de mirar a su alrededor, comprender los mecanismos de la Gran Maquinaria alimentada por todos nosotros por causa de nuestra ceguera, darse cuenta del fraude que nos gobierna y asumir la percepción mística de Pascal sin desmoralizarse y dar fin inmediato a su vida?. Esa es una posición a la que se acerca - y mira con temor - el humán situado en la encrucijada de los tiempos.
*Base bibliográfica: Die Legitimität der Neuzeit (La legitimación de la edad moderna), Hans Blumenberg. Ed: Pre-textos.
viernes, 6 de marzo de 2009
La corriente de los siglos: el sueño y la secularización (I)
Siguiendo a Hans Blumenberg, podemos entender la secularización de la edad moderna como si se tratase de una turbulencia psíquica colectiva cuyos rasgos principales identificamos en la transposición del ímpetu perfectibilista inspirado en la divinidad transcendente, hacia las potencias del mundo material que son gobernadas por la ingeniería del humán. El valor programático de la secularización especifica el espacio-tiempo de un valor estratégico que bulle en la sangre de la raza humana desde el nacimiento de su autoconciencia. El núcleo de nuestras células guarda el secreto de aquellas primeras edades - que se extienden a lo largo de milenios prehistóricos - en las cuales el miedo a un entorno hostil comenzó a perfilar las estrategias que con el curso del tiempo han adquirido la susodicha pulsación programática. Todas las especies animales reaccionan ante los peligros del entorno mediante procesos adaptativos y - aquellas especies dotadas de una capacidad neurosensorial más desarrollada - utilizando estrategias primarias, las cuales son ejecutadas, precisamente, por los primates. El ser humano es el único que puede reaccionar con una modificación substancial aplicada a su entorno físico interrelacionada con las correspondientes metamorfosis en sus esquemas psicológicos. Cuando el humán construyó los primeros templos para el culto sagrado no solo materializó la imaginación de un nuevo objeto, sino que en su mente operaba una nueva forma de entender, congraciar y establecer su relación con el mundo. Si admitimos que la estrategia secularizadora esta animada por un pathos teológico, entonces podemos reconocer la carrera humana por superar el orden natural como la substancia inmanente que regula la existencia temporal de la especie en su conjunto. Sea el objetivo la comunión con una divinidad transcendente o el gobierno sobre un orden material inmanente, la pulsación siempre nos lleva a superar el patrón conductual que rige la vida de las demás especies animales y vegetales, las cuales siguen las pautas instintivas contenidas en sus respectivos códigos genéticos (pura mecánica basada en la interacción entre estímulos físicos que configuran una protointeligencia). ¿Qué es y qué hace el ser humano de este modo situado en y más allá de la naturaleza?. En una primera - y quizá algo simple - apreciación, constituye un significado teleológico cuyos preceptos siguen un camino bidireccional que en cualquier caso concluye en la sustancia perenne; la humanidad camina hacia la salvación por la comunión con Dios, más las estructuras ideológicas de orden tradicional, y/o la humanidad camina hacia la salvación por su conocimiento y control sobre el mundo natural, más las estructuras ideológicas de orden secular que se derivan de ello. Atender a la revelación y los misterios de Dios y/o descifrar y conocer las leyes de la naturaleza. En ambos casos, subyace la idea de un orden perfectible sobre el cual diseñamos el sueño a fuerza de inventar al Dios único o de sublimar el inmediato orden natural. Podemos dirigir el esfuerzo hacia el mundo celeste o hacia la materia, siempre intentando escapar de nuestra condición por causa de nuestra condición misma. Reitero una cuestión planteada en un texto anterior: ¿por qué la naturaleza ha creado a una especie biológica cuyo atributo intrínseco es ser naturaleza y, al mismo tiempo, no puede evitar esa carrera hacia la transcendencia, justificada (o no) en criterios intelectuales, éticos, espirituales y morales, articulados mediante instituciones, ya sean laicas, religiosas, políticas?. ¿Cómo es posible que un juego de azar dé un resultado de consecuencias tan terribles?.
El perfectibilismo, efecto responsable de esta dolorosa contradicción, es elemento clave en la cohesión colectiva de nuestra especie desde sus mismos orígenes, siempre y cuando no vayamos a discutir que el humán es un ser social. Hasta la institución del cristianismo, el sueño perfectibilista tuvo múltiples expresiones clandestinas en las diversas sociedades secretas que aprehendieron el rito iniciático para el conocimiento de los administradores del culto divino, los cuales ejercían el control de las masas mediante el espectáculo exotérico. A falta de una democratización a todos los niveles, el verdadero conocimiento -entiéndase, el programa ideológico que inspiraba a las élites - permanecía oculto. Estas edades históricas nos revelan al perfectibilismo en estado latente, el cual encontrará su apertura con la literatura evangélica, en la que el Nazareno predicador reivindica un conocimiento para los humildes, es decir, para todo el pueblo, y aquí hallamos un precedente de la universalización de la democracia. Sed perfectos como lo es vuestro Padre en los cielos... Posteriormente, la Iglesia católica acuñó la ensoñación de forma definitiva y concentró todo el poder ideológico en un arquetipo (Jesucristo) que, como tal, tiene implicaciones esotéricas y exotéricas, un instrumento idóneo para seguir promulgando el gran deseo de la especie a escala global. Aunque este no es el momento de presentar la tesis sobre la enorme relevancia de las sociedades secretas en la Historia, cabe ahora indicar que, dado que estas poseen la influencia social y ideológica desde tiempos remotos, y el conocimiento y uso efectivo de los símbolos, son las que han insuflado el curso idealista de las civilizaciones, en pos de ese sueño perfectibilista que de forma más o menos subliminal ha impregnado las mentes de todos los individuos, ya sea por implicación activa en el proceso o por resistencia pasiva frente a la corriente de los siglos.
Como hemos visto, la imperecedera substancia que cree en la perfectibilidad del mundo humano fluctúa mirando al cielo y a la tierra, sin que haya que comprender el proceso como algo unívoco, sino más bien desplegándose en función de los parámetros socioeconómicos y de la deriva ideológica del momento. La edad moderna fija su esperanza en las potencias del mundo terrenal, pero no olvida los sueños celestes; traducidos a los recursos mundanos, reaparecen en el desarrollo de la carrera espacial. El cristianismo promulgaba un trabajo espiritual en la tierra que nos hiciera dignos de la redención celeste. Hombres que se asocian, comparten un proyecto y un rito sacramental y salen a los caminos para curar a enfermos y consolar a los dolientes en la promesa de la salvación. En el cristianismo confluyen las corrientes del cielo y de la tierra, produciéndose una legitimación recíproca de los dos polos entre los cuales transcurre dicha fluctuación. Pero la secularización negaba la vida en el “mas allá” celestial, y concentraba la energía en el trabajo mundanizado. Ello supone, más que una ruptura en el ritmo del flujo, una simplificación de la vida en la tierra, la vida “mundanizada“. Desaparecida la extensión noosférica de la transcendencia (aquella que canalizaba el deseo de superación hacia la Imagen de la redención por el trabajo en la tierra) había que buscar a ese elemento nuclear de superación (llámese Dios, Paraíso, Idea, Potencia, la conquista del espacio, los derechos humanos universales...) en los entresijos de la materia, donde solo encontraron procesos acumulativos (incrementos tecnológicos, comodidades domésticas, etc), sin una progresión clara hacia el fin perseguido, porque dicho fin probablemente no existe.
[continúa...]
*Base bibliográfica: Die Legitimität der Neuzeit (La legitimación de la edad moderna), Hans Blumenberg. Ed: Pre-textos.
El perfectibilismo, efecto responsable de esta dolorosa contradicción, es elemento clave en la cohesión colectiva de nuestra especie desde sus mismos orígenes, siempre y cuando no vayamos a discutir que el humán es un ser social. Hasta la institución del cristianismo, el sueño perfectibilista tuvo múltiples expresiones clandestinas en las diversas sociedades secretas que aprehendieron el rito iniciático para el conocimiento de los administradores del culto divino, los cuales ejercían el control de las masas mediante el espectáculo exotérico. A falta de una democratización a todos los niveles, el verdadero conocimiento -entiéndase, el programa ideológico que inspiraba a las élites - permanecía oculto. Estas edades históricas nos revelan al perfectibilismo en estado latente, el cual encontrará su apertura con la literatura evangélica, en la que el Nazareno predicador reivindica un conocimiento para los humildes, es decir, para todo el pueblo, y aquí hallamos un precedente de la universalización de la democracia. Sed perfectos como lo es vuestro Padre en los cielos... Posteriormente, la Iglesia católica acuñó la ensoñación de forma definitiva y concentró todo el poder ideológico en un arquetipo (Jesucristo) que, como tal, tiene implicaciones esotéricas y exotéricas, un instrumento idóneo para seguir promulgando el gran deseo de la especie a escala global. Aunque este no es el momento de presentar la tesis sobre la enorme relevancia de las sociedades secretas en la Historia, cabe ahora indicar que, dado que estas poseen la influencia social y ideológica desde tiempos remotos, y el conocimiento y uso efectivo de los símbolos, son las que han insuflado el curso idealista de las civilizaciones, en pos de ese sueño perfectibilista que de forma más o menos subliminal ha impregnado las mentes de todos los individuos, ya sea por implicación activa en el proceso o por resistencia pasiva frente a la corriente de los siglos.
Como hemos visto, la imperecedera substancia que cree en la perfectibilidad del mundo humano fluctúa mirando al cielo y a la tierra, sin que haya que comprender el proceso como algo unívoco, sino más bien desplegándose en función de los parámetros socioeconómicos y de la deriva ideológica del momento. La edad moderna fija su esperanza en las potencias del mundo terrenal, pero no olvida los sueños celestes; traducidos a los recursos mundanos, reaparecen en el desarrollo de la carrera espacial. El cristianismo promulgaba un trabajo espiritual en la tierra que nos hiciera dignos de la redención celeste. Hombres que se asocian, comparten un proyecto y un rito sacramental y salen a los caminos para curar a enfermos y consolar a los dolientes en la promesa de la salvación. En el cristianismo confluyen las corrientes del cielo y de la tierra, produciéndose una legitimación recíproca de los dos polos entre los cuales transcurre dicha fluctuación. Pero la secularización negaba la vida en el “mas allá” celestial, y concentraba la energía en el trabajo mundanizado. Ello supone, más que una ruptura en el ritmo del flujo, una simplificación de la vida en la tierra, la vida “mundanizada“. Desaparecida la extensión noosférica de la transcendencia (aquella que canalizaba el deseo de superación hacia la Imagen de la redención por el trabajo en la tierra) había que buscar a ese elemento nuclear de superación (llámese Dios, Paraíso, Idea, Potencia, la conquista del espacio, los derechos humanos universales...) en los entresijos de la materia, donde solo encontraron procesos acumulativos (incrementos tecnológicos, comodidades domésticas, etc), sin una progresión clara hacia el fin perseguido, porque dicho fin probablemente no existe.
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*Base bibliográfica: Die Legitimität der Neuzeit (La legitimación de la edad moderna), Hans Blumenberg. Ed: Pre-textos.
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